miércoles, mayo 21, 2008

097. LA PREGUNTA POR LA COSA Y EL PROYECTO DE LA MODERNIDAD


Un clásico del Heidegger, escrito en 1935, en el que define cuál el eje vertebrador del proyecto de la modernidad. Mas allá del estudio del proyecto específico de la filosofia de Kant, el capítulo primero (Las diversas formas de preguntar por la cosa) representa un excelente ingreso a la filosofía, también.


1. “Se suele caracterizar la ciencia moderna en su diferencia con la medieval, diciendo que la primera parte de los hechos y la segunda de proposiciones y conceptos generales y especulativos. En cierto modo esto es correcto. Pero es igualmente indiscutible que también ha ciencia antigua y medieval observaba los hechos, como también es indiscutible que la ciencia moderna trabaja con proposiciones y conceptos generales. Esto es tan cierto, que sobre Galileo, uno de los fundadores de la ciencia moderna, recayó el reproche que él y sus discípulos habían formulado a la ciencia escolástica. Decían que esta última era "abstracta", es decir, que se movía en proposiciones y principios generales. Sin embargo, lo mismo si bien en un sentido más agudo y consciente, se puede aplicar a Galileo. La oposición de la actitud científica antigua y moderna no puede fijarse de ma­nera tal que se diga que de un lado están los conceptos y las proposiciones y del otro los hechos. En cada lado, tanto de la ciencia antigua como de la moderna, se trata siempre de ambas cosas, de hechos y de conceptos. Lo decisivo es la manera en que los hechos son comprendidos y los conceptos aplicados.

La grandeza y la superioridad de la ciencia natural del siglo XVI y XVII reside en que los investigadores eran todos filósofos. Ellos sabían que no hay meros hechos, sino que un hecho sólo es lo que es, a la luz de un concepto fundamentador y según el alcance de tal fundamentación. Por el contrario, la característica del positivismo, que nos rodea desde hace décadas y hoy más que nunca, es creer que bastará con hechos actuales o con otros nuevos hechos futuros, mientras pretende que los conceptos sólo son sostenes que se necesitan por alguna razón, pero de los que no hay que ocuparse demasiado, pues eso sería hacer filosofía. (...)

2. Si se intenta entonces caracterizar la ciencia moderna frente a la medieval como ciencia de hechos, esto resulta insuficiente en prin­cipio. Con frecuencia se ha visto además la diferencia entre la ciencia antigua y la moderna, en que ésta experimenta y demuestra "experi­mentalmente" sus conocimientos. Pero el experimento, el intento de adquirir informaciones sobre el comportamiento de las cosas por una determinada ordenación de cosas y sucesos, es también conocido en la antigüedad y el medioevo. Este modo de experiencia está en la base de todo trato artesanal e instrumental con las cosas. Tampoco acá importa el experimento como tal, en el amplio sentido de la observación que examina, sino nuevamente el modo en que se pro­yecta el experimento, la intención con la que se lleva a cabo, y en la cual se fundamenta. Es presumible que el modo del experimento está ligado con el modo de la determinación conceptual de los hechos y con el modo de aplicación de los conceptos, es decir, con el modelo previo de acercamiento a las cosas.

Junto a las dos características nombradas de la ciencia moderna ---ciencia de hechos e investigación experimental- encontramos una tercera. Esta subraya que la ciencia nueva es una investigación que calcula y mide. Esto es correcto; pero vale también para la ciencia antigua. Ella trabajaba también con la medida y con el número. El problema reside otra vez en la manera y en el sentido en que los cálculos y las mediciones se aplican y se realizan, y en el alcance que ellos poseen para la determinación de los objetos mismos.

Con las tres caracterizaciones nombradas de la ciencia moderna -ciencia de hechos, ciencia experimental, y de la medición- no hemos tocado el rasgo fundamental de la nueva posición intelectual. El rasgo fundamental debe consistir en aquello que domina de ma­nera normativa e igualmente primaria el proceso fundamental de la ciencia como tal: es el trabajo cotidiano con las cosas y el proyecto metafísico de la cosidad de las cosas. ¿Cómo podemos captar ese rasgo fundamental?”.

3. “Pongamos un título a este carácter fundamental de la actitud inte­lectual moderna diciendo: la nueva exigencia de saber es exigencia matemática. Kant ha dicho aquella frase a menudo citada pero poco comprendida: "Afirmo que en cada doctrina particular de la natu­raleza sólo se encontrará tanta ciencia auténtica cuanta matemática haya en ella".

La pregunta decisiva reza: ¿Qué significa aquí "matemática" y "matemático"? Pareciera que sólo podemos obtener la respuesta a esta pregunta desde la matemática misma. Es un error; porque la misma matemática es sólo una configuración determinada de lo matemático.

El hecho de que la matemática se incluya hoy, con respecto a la práctica y a la enseñanza, en las facultades de ciencias naturales, tiene sus razones históricas, pero no es esencialmente necesario. La mate­mática perteneció antes a las siete artes liberales. La matemática no es una ciencia natural, así como la "filosofía" no es una ciencia del espíritu. Según su esencia la filosofía no pertenece a la facultad de filosofía, como tampoco la matemática a la de ciencias naturales. Pareciera que la actual clasificación de la filosofía y la matemática sólo es un defecto sin importancia, o un error en el índice de las materias. Tal vez se trate de algo completamente distinto -y hasta hay gente que tiene sus ideas sobre este asunto- es decir, de un signo de que ya no hay una unidad de las ciencias, fundada y expli­citada, y de que esta unidad no es ni una necesidad ni un problema.” (…)

4. Lo matemático es aquellos de las cosas que en verdad ya conocemos; por consiguiente no es algo que extraemos de las cosas sino algo que, en cierto modo, llevamos con nosotros mismos. Desde aquí podemos comprender ahora por qué es matemá­tico el número. Vemos tres sillas y decimos: son tres. Lo que es "tres" no nos lo dicen ni las tres sillas, ni las tres manzanas, ni los tres gatos, ni cualesquiera otras tres cosas. Más bien, podemos contar solamente tres cosas como tres, si conocemos ya el "tres". Por lo tanto, cuando concebimos el número tres como tal, sólo tomamos expreso conocimiento de algo que de alguna manera ya poseemos. Ese tomar conocimiento, es el verdadero aprender. El, número es algo aprendible en el sentido real, un matemáta, es decir, algo matemático. Las cosas no nos ayudan a conocer el tres como tal, es decir, lo ter­nario. ¿Qué es en verdad el tres? El número que está en tercer lugar en la serie de los números naturales. Sin embargo es el tercer número, porque es el tres. (...)

5. Aquello de que ahora tomamos conocimiento, no ha sido extraído de ninguna cosa. Tomamos lo que ya nosotros mismos tenemos de alguna manera. Se trata de algo aprendible que debe ser comprendido como matemático. (...) Puesto que los números son, en nuestro trato y cálculo con las casas, y por consiguiente en nuestro enumerar, aquello que nos es lo más inmediato entre lo que conocemos de las cosas sin extraerlo de ellas, por eso mismo, son los números lo más conocido de lo matemático. Pero esto mismo, lo más conocido de lo matemático, se convierte luego en lo matemático sin más. Pero la esencia de lo matemático no está en el número en cuanto limitación pura de la cantidad pura, sino a la inversa: puesto que el número es de tal naturaleza, pertenece a lo aprendible en el sentido de la matemática.


6. Esta breve reflexión sobre la esencia de lo matemático fue ocasio­nada por nuestra afirmación de que el rasgo fundamental de la cien­cia moderna es lo matemático. Conforme a lo dicho, esto no quiere decir que en esta ciencia se haya trabajado con la matemática sino, que en ella se ha preguntado de un modo que tuvo como consecuencia que la matemática, en el sentido más limitado, debió entrar en juego. Por eso tendremos que mostrar ahora que el rasgo fundamental del pensamiento y el saber modernos es matemático en sentido pro­pio, y de qué manera lo es. (...)
[1]

7. Esencia de lo matemático (experimento de Galileo) Nos queda por de pronto esta única pregunta, la cuestión acerca de la formulación del primer principio; con más exactitud, la cuestión acerca del modo en que allí lo matemático se convierte en lo determinante. ¿Qué pasa con ese principio? GALILEO Habla de un cuerpo abandonado a sí mismo. ¿Dónde encontramos tal cuerpo? Tal cuerpo no existe. Tampoco hay ningún experimento que pueda proporcionar jamás la intuición de tal cuerpo. Sin embargo, la ciencia moderna pretende fundarse sobre la experiencia, a diferencia de las invenciones conceptuales meramente dialécticas de la escolástica y la ciencia medievales. En lugar de esa fundamentación encontramos aquel principio supremo.Éste habla de una cosa que no existe. Exige una representación fundamental de las cosas que contradice la habitual.

8. En tal pretensión reposa lo matemático, es decir, la posición de una determinación de la cosa que no se ha obtenido de ella por la experiencia y que, sin embargo, fundamenta todas las determinacio­nes de las cosas, las posibilita y les abre el camino. Tal concepción fundamental de las cosas no es ni arbitraria ni evidente por sí. Por eso fue necesario una larga lucha para que llegara a dominar. Fue preciso transformar la manera de nuestro acceso a las cosas en coin­cidencia con el logro de un nuevo modo de pensamiento.

Podemos seguir exactamente la historia de esta lucha. Mencionaremos de ella sólo un ejemplo. Según la concepción aristotélica, los cuerpos se mueven según su naturaleza, los pesados hacia abajo, los livianos hacia arriba. Cuando ambos caen, los pesados caen con más rapidez que los livianos, ya que éstos tienen la tendencia de moverse hacia arriba. Galileo logró un conocimiento decisivo al descubrir que todos los cuerpos caen con igual rapidez, y que la diferencia de los tiempos de caída proviene sólo de la resistencia del aire, no de las diferentes naturalezas internas de los cuerpos, ni tampoco de sus correspon­dientes relaciones particulares con sus lugares particulares. Galileo para comprobar su afirmación hizo un experimento en la torre in­clinada de Pisa, ciudad donde era profesor de matemáticas. En su experimento, cuerpos de diferente peso al caer desde la torre, no empleaban tiempos iguales en su caída, y llegaban con pequeños intervalos. Galileo afirmó su principio contra la apariencia de la experiencia..Pero los testigos del experimento sintieron aún mayor desconfianza ante la afirmación de Galileo, e insistieron con más obstinación en la opinión antigua. A causa de este experimento se agudizó tanto la oposición a Galileo, que tuvo que renunciar a su cátedra y abandonar Pisa.

Galileo y sus adversarios vieron el mismo "hechos"; pero ambos comprendieron e interpretaron en distinta forma el mismo hecho y el mismo acontecimiento. Lo que para cada uno apareció como el hecho y la verdad auténtica, era algo diferente. Ambos pensaron algo con respecto al mismo fenómeno, pero pensaron, algo distinto, no en lo particular, sino fundamentalmente con respecto a la esencia del cuerpo y la naturaleza de su movimiento. Lo preconcebido por Gali­leo con respecto al movimiento fue la determinación de que el mo­vimiento de todo cuerpo es uniforme y rectilíneo, si se excluye todo obstáculo pero que también se altera uniformemente al sufrir la influencia de una fuerza constante.(...)

09. En esta afirmación, que podemos considerar como precursora del primer principio de Newton, se expresa con toda claridad lo que esta­mos buscando. Galileo dice: "concibo en mi mente algo movible totalmente aban­donado a sí mismo". Ese "concebir en la mente" es aquel darse a sí mismo un conocimiento" a partir de una determinación sobre las cosas. Es un procedimiento que Platón caracteriza, con respecto a la matemática. (...)

En ese "mente concipere" se concibe de antemano aquello que debe ser uniformemente determinante para todo cuerpo como tal, es decir, para toda corporeidad. Todos los cuerpos son iguales. Ningún movimiento tiene preferencia. Todo lugar es igual a otro; todo punto temporal es igual a otro. Toda fuerza se determina sólo según lo que ella causa como cambio de movimiento, entendido este cambio de movimiento como cambio de lugar. (...) Si revisamos todo lo dicho, estaremos en condiciones de captar más agudamente la esencia de lo matemático. Hasta ahora estábamos en la caracterización general según la cual es un tomar conocimiento que se da desde sí mismo aquello que toma, y se lo da como aquello que ya tiene. Ahora resumiremos en algunos puntos la determinación completa de la esencia de lo matemático. Lo matemático, como “mente concipere”, es un proyecto de la cosidad, que en cierto modo pasa encima de las cosas. Sólo el pro­yecto abre un ámbito en el que se muestran las cosas, es decir, los hechos.
[1] HEIDEGGER, La pregunta por la cosa. Alfa. Bs. As. Pp. 65-72

096. GOBERNAR Y SER GOBERNADO


"No hay bastante dinero para pagar a un Rey, que ha de mantener a un ejército. Por más que se lo proponga, un rey nunca obra injustamente.Todo le pertenece, incluso las personas. Cada uno tiene lo que la liberalidad del rey no le ha confiscado. Importa, pues, al rey, ya que en ello estriba su seguridad, que el pueblo posea lo menos posible, a fin de que no se engría con sus bienes y libertad. Pues tanto la riqueza como la libertad hacen aguantar con menos paciencia las leyes duras e injustas. Por el contrario, la indigencia y la miseria embotan los ánimos y quitan a los oprimidos el talante de la libertad.
-¿No tendría yo -le dije- que oponerme a estos razonamientos y decir al rey que tales consejos son injustos y perjudiciales? ¿Su honor y su seguridad no residen más en el bienestar del pueblo que en el suyo? Pues es evidente que los reyes son elegidos para provecho del pueblo y no del propio rey. Su denuedo e inteligencia han de poner el bienestar del pueblo al abrigo de toda injusticia. Incumbencia es del rey procurar el bien del pueblo por encima del suyo. Como el verdadero pastor, que busca apacentar sus ovejas y no su comodidad. La experiencia ha demostrado claramente lo equivocado de quienes piensan que la pobreza del pueblo es la salvaguardia de la paz. ¿Dónde encontrar más riñas que en la casa de los mendigos? ¿Quién desea más vivamente la revolución? ¿No es acaso aquel que vive en situación miserable? ¿Quién más audaz a echar por tierra el actual estado de cosas que aquel que tiene la esperanza de ganar algo, porque ya no tiene nada que perder?
Por eso, si un rey se sabe acreedor al desprecio y el odio de los suyos, y no puede dominarlos sino por multas, confiscaciones o vejaciones, sometiéndolos a perpetua pobreza, más le valdría renunciar a su reino que conservarlo con esos procedimientos. Aunque haya mantenido el trono, ha perdido su dignidad. La dignidad de un rey se ejerce no sobre pordioseros sino sobre súbditos ricos y felices. Así lo creía también aquel hombre recto y superior, llamado Fabricio, que decía: «Prefiero gobernar a ricos, que serlo yo mismo».
En efecto, vivir uno entre placeres y comodidades, mientras los demás sufren y se lamentan a su alrededor no es ser gerente de un reino, sino guardián de una cárcel. ¿No será siempre inepto un médico que no sabe curar una enfermedad sino a costa de otra? Lo mismo se ha de pensar de un rey que no sabe gobernar a sus súbditos sino privándolos de su libertad. Reconozcamos que un hombre así no vale para gobernar a gente libre. ¿No tendrá que hacer primero corregir su soberbia y su ignorancia? Con esos defectos no hace sino granjearse el odio y el desprecio del pueblo. Viva honestamente de lo suyo, equilibre sus gastos y sus entradas: así podrá corregir cualquier desorden. Corte de raíz los males, mejor que dejarlos crecer para después castigarlos. Que no restablezca las leyes en desuso ahogadas por la costumbre, sobre todo, las que abandonadas desde hace mucho tiempo, nunca fueron echadas en falta. Y nunca, por este tipo de faltas, pida nada que un juez justo no pediría de un particular por considerarlo cosa vil e injusta.
¿Qué sucedería en este momento -dije yo- si les propusiera como ejemplo la ley de los macarianos, un pueblo vecino a la isla de Utopía? Su rey, el día que sube al trono, se obliga a un juramento, al tiempo que ofrece grandes sacrificios, a no acumular nunca en su tesoro más de mil libras en oro o su equivalente en plata. Se dice que esta ley fue promulgada por uno de sus mejores reyes. juzgaba más importante la felicidad del reino que sus riquezas, pues suponía que su acumulación redundaría en perjuicio del pueblo. En efecto, este capital le parecía suficiente. Permitía al rey luchar contra los rebeldes del interior, y proporcionaba al reino los medios para repeler las incursiones de los enemigos de fuera. En todo caso, no debía ser de tal cuantía que incitase a la codicia de apoderarse de él. Esta fue una razón poderosísima para dictar semejante ley.
Una segunda razón fue la necesidad de mantener en circulación la cantidad de dinero indispensable para las transacciones ordinarias de los ciudadanos. Ante la obligación de dar salida a cuanto sobrepasara el límite fijado, el legislador estimó que el soberano no correría el peligro de violar la ley. Un rey así tendría que ser querido por los buenos y odiado por los malos. ¿No te parece que si yo expusiera estas o parecidas razones a hombres inclinados a pensar lo contrario, sería como hablar a sordos?" (TOMAS MORO: UTOPIA. LIBRO PRIMERO)

095. ¿PARTICIPAR EN LAS CUESTIONES PUBLICAS?

"Esto mismo ocurre en los asuntos del Estado y en las deliberaciones de los príncipes. Si no es posible erradicar de inmediato los principios erróneos, ni abolir las costumbres inmorales, no por ello se ha de abandonar la causa pública. Como tampoco se puede abandonar la nave en medio de la tempestad porque no se pueden dominar los vientos. No quieras imponer ideas peregrinas o desconcertantes a espíritus convencidos de ideas totalmente diferentes. No las admitirían. Te has de insinuar de forma indirecta, Y te has de ingeniar por presentarlo con tal tino que, si no puedes conseguir todo el bien, resulte el menor mal posible. Para que todo saliera bien, deberían ser buenos todos, cosa que no espero ver hasta dentro de muchos años.

-¿Sabéis lo que me sucederla de obrar así? -replicó Rafael-.-Pues queriendo curar la locura de los demás me volvería tan loco como ellos. Tendría que repetirles, si he de decir la verdad, las mismas palabras que acabo de pronunciar. No sé si el mentir será propio de algún filósofo. Yo, en todo caso, no acostumbro. Concedo que mis palabras les puedan parecer desagradables y molestas. Lo que no concibo es que, por lo mismo, les puedan parecer ridículas e insolentes. Si les contase lo que Platón describe en su República, y las cosas qué los utopianos hacen de su isla, les podrían parecer mejores, y ciertamente lo son, si bien extrañas. En efecto en ambos casos, todas las cosas son comunes, mientras que aquí rige la propiedad privada. Es claro, pues, que mi exposición no puede ser grata a quienes en su corazón han resuelto seguir otro camino. Les obligaría a volverse atrás. Pero ¿hay algo en ella que no pueda decirse en cualquier lugar o que sea inconveniente? Si hay que silenciar como nefastas las cosas que las corrompidas costumbres de los hombres tornan insólitas o absurdas, entonces, muchas cosas tenemos que silenciar los cristianos. Casi todo lo que Cristo nos enseñó y que, sin embargo, nos prohibió silenciar. Antes bien, nos mandó predicar en los tejados lo que se nos había dicho al oído. La mayor parte de su doctrina está más lejos de las costumbres de los cortesanos que lo pudiera estar mi discurso. Verdad es que muchos predicadores, como gente avispada que son, parecen haber seguido tu consejo. Al ver que la ley de Cristo encajaba mal en la vida de los hombres, han preferido adaptar el evangelio a la vida, moldeándolo como si fuera de plomo. ¿Y qué han logrado con tan peregrino proceder? Nada, si no es poder ser peores con mayor impunidad.

¿Comprendes ahora el fracaso de mi actuación en el consejo de los reyes? Opinar en contra del sentir de los demás sería como no hablar. Y repetir lo mismo, sería hacerme cómplice de su locura, según la expresión del Mición de Terencio. No sé, por otra parte, adónde conduce esa «vía indirecta» de que hablas. Es decir, si las cosas no pueden tornarse totalmente buenas, habrá que trabajar cuanto se pueda para que sean lo menos malas posible. En los consejos reales no vale ir con sutilezas ni distinciones. Hay que aprobar abiertamente las peores decisiones y firmar los decretos más arbitrarios. Seria visto como traidor y hasta como espía quien consultado sobre proposiciones injustas se expresara con tibieza.

No hay, pues, modo de ser útil para unos hombres así. Antes corromperían al mejor. plantado que dejarse corregir ellos mismos. Su solo trato deprava. El más limpio y honesto terminaría como encubridor de la maldad y estupidez ajenas. Por todo ello, sospecho que es imposible lograr bien alguno, por esa «vía indirecta» que estás insinuando.
Ya Platón explica con una bella comparación los motivos que alejan a los sabios de los asuntos públicos. Suponed que están viendo cómo la gente pasea por calles y plazas bajo una lluva incesante. Por más que gritan no logran convencerles de que se metan en sus casas y se aparten del agua. Salir ellos mismos a la calle no conseguiría nada, sino mojarse ellos también. ¿Qué hacer entonces? En vista de que no van a poner remedio a la necedad de los otros, optan por quedarse a cubierto, defendiendo al menos su -seguridad." (TOMAS MORO. UTOPÌA. LIBRO PRIMERO)

lunes, mayo 19, 2008

094. DISCUTIR EL TEMA DE DIOS

No se trata de instalar temas tales como FE, RELIGION, DIOS o TRASCENDENCIA solamente como cuestiones de desarrollo del conocimiento o inquietud intelectual, sino que necesariamente tales temas requieren una definición personal, una decisión subjetiva, una toma de posición. Estas cuestiones no son sólo temas de estudio, pero el contenido de las determinaciones personales (decisiones) puede llegar a disponer de mejores fundamentos, formas variadas de argumentar o contraponer argumentos, conocimientos de fuentes, manejo de información. Por eso se puede organizar el material (módulo de consulta) como un ámbito de debate, de discusión, de abordajes múltiples.

Para lograr este propósito es necesario darle la palabra a todas las posiciones y sectores para conocer cuál es el pensamiento de cada uno de ellos, cuáles son sus argumentos o sus demostraciones. No evitar el abordar un tema controvertido (del que frecuentemente no se habla) sino tratar de hacerlo rastreando en la historia del pensamiento y en las respuestas contemporáneas los aportes más significativos.

Queda en manos de cada uno dos tareas: (1) conocer, comprender y reconocer todos los discursos y (2) apropiarse de aquellos con los que establecen una conexión existencial, procurando dominar los propios argumentos y razones, y – también – las razones de los demás. Más que una presentación sistemática, es oportuno ofrecer las piezas de un rompecabezas creativo, para que cada uno arme – en un clima de absoluta libertad del pensamiento – su propia imagen y elabore sus conclusiones.
Plan de trabajo:
(1) Dios y religión como búsqueda inclaudicable (Unamuno)
(2) No se puede razonar: sólo se trata de creer. Por qué creen los que creen (Pascal)
(3) No todos pueden creer. En qué creen los que no creen.
(4) Dios existe: pruebas racionales (Anselmo, Tomas. Descartes, Borges)
(5) Agnósticos: ni afirmar, ni negar, abstenerse. (Huxley, Russel)
(6) Formas de ateísmo: pruebas y razones (Hume, Feuerbach, Marx, Freud)
(7) Dios, Fe, Religión y Ciencia: neuroteología, el punto Dios. (Boff, Hawking)
(8) Religiones, Credos y Dogmas: genealogía, contextos y justificaciones. Grandes religiones.
(8) Búsqueda e interrogantes: dos poesías de Benedetti: "Ausencia de Dios". "Quien sabe".

093. CAMPANELLA + CONOCER, PODER, AMAR

TOMMASO CAMPANELLA: SONETO

Io nacqui a debellar tre mali estremi:
tirannide, ermia, ipocrisia;
ond’or m’accorgo con quanta armonia
Possanza, Senno, Amor m’insegnò Temi.

Questi principi son veri e sopremi
ermi scoverta gran filosofia,
rimedio contra la trina bugia,
sotto cui tu piangendo, o mondo, ermi.

Carestie, guerre, pesti, invidia, inganno,
ingiustizia, lussuria, accidia, sdegno,
tutti a que’ tre gran mali sottostanno,

che nel cieco amor proprio, figlio degno
d’ignoranza, radice e fomento hanno.
Dunque a diveller l’ignoranza io vegno.

Traducción de Antonio Aliberti

Yo nací para desbaratar tres grandes males:
tiranía, sofisma, hipocresía;
a menudo reparo con cuánta armonía
me enseñó Dios: Saber, Poderío, Amor.

Estos principios son la verdad suprema
de la filosofía ahora descubierta,
remedio contra cualquier mentira
bajo la cual, mundo, lloras sin mesura.

Carestía, guerra, peste, envidia, engaño,
injusticia, lujuria, acidia, desdén,
descienden de aquellos tres grandes males,

pues en el ciego amor propio, hijo probo
de la ignorancia, raíz tienen y sustento.
Por eso vengo a disipar lo oscuro.

cfr. Antología de la Poesía Italiana. Ed. Atuel

domingo, mayo 18, 2008

092. ORACION

ORATIO DE HOMINIS DIGNITATE

No te di ni faz, ni lugar que te sea propio,
ningún don que te sea particular,
Oh Adán, para que tu faz,
tu puesto y tus dones tú los quieras,
los conquistes, y tú los poseas por ti mismo.

La naturaleza encierra otras especies,
con leyes por mí establecidas;
pero tú que no subyaces a límite alguno,
con tu propio arbitrio, al cual te confié,
tú por ti mismo te defines.

Te he puesto en el centro del mundo
a fin de que tú puedas contemplar
lo que el mismo contiene.

No te hice ni celestial ni terrenal,
ni mortal ni inmortal, para que por ti mismo,
libremente, a guisa de buen pintor o provecto escultor,
tú plasmes tu propia imagen.

PICO DE LA MIRANDOLA (1463-1494)

Traducción: Carlo Federico Casa

sábado, mayo 17, 2008

091. RIESGOS DE LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO

Giordano Bruno - en la carta introductoria de su obra El Infinito universo y sus mundos - exhibe una curiosa manera de ordenar sus ideas y argumentos, presentando siempre cuatro expresiones que se refuerzan, se asocian o se oponen:
"Si yo, Ilustrísimo caballero, tratara con el arado, apacentara un rebaño, cultivara un huerto, arreglara un vestido, nadie me miraría, pocos me observarían , menos todavía me reprenderían y podría agradar fácilmente a todos. Pero por ser delineante del campo de la naturaleza, solícito del pasto del alma, deseoso del cultivo del ingenio y artesano de los hábitos del intelecto, resulta que quien me ha entrevisto me amenaza, quien me ha observado me ataca, quien me ha alcanzado me muerde, quien me ha comprendido me devora; no es uno solo, no son pocos, son muchos, son casi todos.
Si queréis entender cuál es la causa de esto, os diré que el motivo es el conjunto de la gente que me disgusta, el vulgo que odio, la multitud que me desagrada, una que me enamora: aquella por la que soy libre en la sujeción, contento en la pena, rico en la necesidad y vivo en la muerte; aquella por la que no envidio a los que son siervos en la libertad, sienten pena en los placeres, son pobres en las riquezas y muertos en la vida, porque en el cuerpo tienen la cadena que los ata, en el espíritu el infierno que los deprime, en el alma el error que los tiene enfermos, en la mente el letargo que los mata; sin magnanimidad que los eleve, sin generosidad que los ilumine, sin ciencia que los reanime.
Por eso sucede que no retiro, fatigado, el pie del arduo camino; ni bajo los brazos desidioso ante el trabajo que se presenta; ni vuelvo la espalda desesperado ante el enemigo que me ataca; ni deslumbrado aparto los ojos del divino objeto, mientras por lo general me veo considerado sofista, más empeñado en parecer sutil que en ser veraz; ambicioso, más afanoso por suscitar una nueva y falsa secta que por confirmar la antigua y verdadera; cazador que se va procurando un resplandor de gloria presentando tenebrosos errores; un espíritu inquieto que subvierte los edificios de las buenas disciplinas y se hace fundador de artificios de perversidad.
Ojalá, Señor, los santos númenes alejen de mí a todos aquellos que injustamente me odian; ojalá me sea siempre propicio mi Dios; ojalá me sean favorables todos los gobernadores de nuestro mundo; ojalá los astros me procuren tal semilla para el campo y campo para la semilla; que se muestre al mundo útil y glorioso fruto de mi esfuerzo despertando el espíritu y abriendo el sentido a quienes están privados de luz, igual que yo sincerísimamente no finjo y si estoy en el error, no creo en verdad errar; y cuando hablo y escribo, no disputo por amor a la victoria por sí misma (ya que considero enemiga de Dios, vilísima y sin pizca de honor toda reputación y victoria en la que la verdad está ausente), sino que por amor a la verdadera sabiduría y afán de la verdadera contemplación me fatigo, me aflijo y me atormento.
Así lo pondrán de manifiesto los argumentos demostrativos que dependen de razones vivas, las cuales derivan de un sentido regulado, informado por imágenes que no son falsas y que cual veraces embajadoras se desprenden de los objetos de la naturaleza haciéndose presentes a quienes las buscan, patentes a quienes las contemplan, claras a quien las aprehende, ciertas a quien las comprende.Aquí, pues, os presento mi contemplación del infinito universo y los mundos innumerables. "

090. ATREVIMIENTO INTELECTUAL

“El Sol no gira en torno de la Tierra ni la Tierra es el centro del Universo. El universo no está sometido a un destino rígido sino que se encuentra en permanente cambio y evolución siguiendo un orden fijado desde la eternidad. Lo superior y lo inferior están ligados por una sola y misma vida que es infinita e inagotable. Si bien los individuos son innumerables el Todo es Uno y conocer esta Unidad es el objetivo de toda filosofía y de toda contemplación. Todo hombre lleva un filósofo dentro, para hacerlo vivir se necesita la presencia del amor heroico, de esta fuerza infinita que proviene de lo Uno, y que permite al hombre soportar dolores, transformar al mundo y plasmar sus ideales. Todas las cosas que existen en el Universo están dotadas de alma y vida. Dispongamos de tal manera al sol que está a punto de salir, que no nos descubra tan inmundos como estamos. Debemos Limpiarnos y hermosearnos, no solamente nosotros, sino también nuestras estancias y nuestros techos han de estar pulidos y claros; debemos purificarnos interior y exteriormente. El Universo es eterno en el tiempo, infinito en el espacio y en constante cambio. El Universo es infinito con un número infinito de mundos habitados con formas de vida y seres inteligentes que moran en otros planetas. En un Universo infinito, el espacio, tiempo, tamaño, peso, movimiento, cambio, sucesos, relaciones y perspectivas son siempre relativas a cualquier marco de referencia. Si uno se imagina flotando alejándose de la Tierra, al acercarse uno más y más a la Luna, ésta crece mientras que la Tierra deviene más pequeña. Desde la superficie lunar, la Tierra es la que parece un satélite, mientras que la Luna parece tener el tamaño de nuestro planeta. Nunca debe valer como argumento la autoridad de cualquier hombre, por excelente e ilustre que éste sea. Es sumamente injusto plegar el propio sentimiento a una reverencia sumisa hacia otros; es propio de mercenarios o esclavos, y contrario a la dignidad de la libertad humana sujetarse y someterse; es suma estupidez creer por costumbre inveterada; es cosa irracional conformarse con una opinión a causa del número de quienes la detentan. Por el contrario, es preciso buscar siempre una razón verdadera y necesaria, y escuchar la voz de la naturaleza”. GIORDANO BRUNO

089. DIOS SI, DIOS NO

ARGUMENTUM ORNITOLOGICUM

“Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra la existencia de Dios. Si Dios existe, el número es definido, porque Dios sabe cuántos pájaros vi. Si Dios no existe, el número es indefinido, porque nadie pudo llevar la cuenta. En tal caso, vi menos de diez pájaros (digamos) y más de uno; pero no vi nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos pájaros. Vi un número entre diez y uno, que no es nueve, ocho, siete, seis, cinco, etcétera. Ese número entero es inconcebible, ergo, Dios existe.” JORGE LUIS BORGES
AGNOSTICOS
Un agnóstico considera imposible saber la verdad en cuestiones tales como las de Dios y la vida futura, de que se ocupan el cristianismo y otras religiones. O, si no imposible, al menos imposible en el momento presente.
¿SON AGNÓSTICOS LOS ATEOS?No. El ateo, como el cristianismo, sostiene que podemos saber si hay o no hay Dios. El cristiano sostiene que podemos saber que existe; el ateo, que podemos saber que no existe. El agnóstico suspende todo juicio, diciendo que no hay suficientes razones ni para la afirmación ni para la negación. Al mismo tiempo, el agnóstico puede sostener que la existencia de Dios, aunque no imposible, es muy improbable; puede incluso considerarla tan improbable que no valga la pena considerarla en la práctica. En tal caso, no está muy lejos del ateísmo. Su actitud puede ser la que mantendría un filósofo cauteloso con respecto a los dioses de la Grecia antigua. Si se me pidiera que demostrase que Zeus y Poseidón y Hera y el resto de los Olímpicos no existen, me vería desamparado para encontrar argumentos concluyentes. El agnóstico puede considerar al Dios cristiano tan improbable como los Olímpicos; en ese caso, y para todo propósito práctico, está en el mismo terreno que los ateos. El agnóstico no acepta ninguna ‘autoridad’ en el sentido en que la aceptan las personas religiosas. Estima que el hombre debe fijarse normas de conducta por sí mismo. Desde luego, procurará beneficiarse de la sabiduría de otros, pero tendrá que elegir por sí mismo las personas que considere sabias, y no tendrá por incuestionable ni siquiera lo que éstas digan. Observará que lo que pasa por ‘ley divina’ varía de vez en cuando. B. RUSSEL
¿QUÉ CLASE DE PRUEBA LE CONVENCERÍA DE LA EXISTENCIA DE DIOS? Creo que si oyese una voz procedente del cielo, que predijera todo lo que iba a sucederme en el curso de las veinticuatro horas siguientes, incluyendo acontecimientos que hubieran parecido sumamente improbables, y si luego tuvieran lugar todos esos acontecimientos, quizá me convencería, al menos, de la existencia de alguna inteligencia sobrehumana. Puedo imaginarme otras pruebas de la misma índole que podrían convencerme, pero, que yo sepa, tales pruebas no existen. B. RUSSEL

martes, mayo 13, 2008

087. DIOS COMO UNA APUESTA


¿Dios existe o no existe? Nada podemos probar con nuestra limitada razón. Apostemos - a cara o cruz - para saber cómo nos va. Todo por ganar, nada que perder.

"Sí; pero hay que apostar; esto no es voluntario: estáis embarcado. Así pues, ¿cuál de los dos elegiréis? Veamos. Puesto que es necesario elegir, veamos qué os interesa menos. Dos cosas se pueden perder: la verdad y el bien, y dos cosas se pueden comprometer: vuestra razón y vuestra voluntad, vuestro conocimiento y vuestra beatitud; y de dos cosas debe huir vuestra naturaleza: del error y de la miseria. Vuestra razón no se resiente si elige lo uno o lo otro, puesto que necesariamente hay que elegir. Punto aclarado. Pero, ¿vuestra beatitud? Pesemos la ganancia y la pérdida, considerando "cara" que Dios existe. Estimemos estos dos casos: si ganáis, ganáis todo; si perdéis, no perdéis nada. Apostad, pues, a que Dios existe, sin vacilar. -

"Esto es admirable. Sí, hay que apostar; pero yo apuesto quizás demasiado." -Veamos. Puesto que el azar de ganancia y de pérdida es parejo, si sólo tuvierais que ganar dos vidas por una, todavía podríais apostar; pero si hubiera tres por ganar, habría que jugar (puesto que estáis en la necesidad de jugar), y seríais imprudente, cuando estáis obligado a jugar, si no arriesgarais vuestra vida para ganar tres en un juego en el que hay parejo azar de pérdida y ganancia. Pero hay una eternidad de vida y de felicidad. Y siendo así, aun cuando hubiera una infinidad de azares de los cuales uno solo fuera el vuestro, aun entonces tendríais razón si apostarais uno para tener dos, y obraríais equivocadamente, ya que estáis obligado a jugar, si rehusárais jugar una vida contra tres en un juego en el cual, de una infinidad de azares, hay uno en vuestro favor, si hubiera como ganancia una infinitud de vida infinitamente feliz. Pero hay aquí una infinitud de vida infinitamente feliz como ganancia, un azar de triunfo contra un número finito de azares de pérdida, y lo que jugáis es finito.

Esto suprime toda apuesta: siempre que interviene lo infinito, y cuando no hay infinidad de azares de pérdida contra el azar del triunfo, no hay que vacilar, hay que arriesgarlo todo. Y así, cuando se está obligado a jugar, hay que renunciar a la razón para conservar la vida, antes que arriesgarla por la ganancia infinita, tan probable como la pérdida de la nada. Pues de nada sirve decir que es incierto si se ganara y que es cierto que se arriesga, y que la infinita distancia que media entre la certeza de lo que se arriesga y la incertidumbre de lo que se ganará iguala el bien finito, que se arriesga ciertamente, con el infinito, que es incierto.

No es así. Todo jugador arriesga con certeza para ganar con incertidumbre; y, sin embargo, arriesga ciertamente lo finito para ganar inciertamente lo finito, sin pecar por ello contra la razón. No hay una infinitud de distancia entre esa certeza de lo que se arriesga y la incertidumbre del triunfo; esto es falso. Hay, en verdad, infinitud entre la certeza de ganar y la certeza de perder. Pero la incertidumbre de ganar es proporcional a la certeza de lo que se arriesga, según la proporción de los azares de ganancia y pérdida.

Y de esto resulta que, si hay tantos azares de un lado como del otro, el partido consiste en jugar igual contra igual; y entonces la certeza de lo que se arriesga es igual a la incertidumbre de la ganancia: lejos está de ser infinitamente distante. Y así, nuestra proposición encierra una fuerza infinita, cuando se arriesga lo finito en un juego en el que hay iguales azares de triunfo y de pérdida, y lo infinito como ganancia. Esto es una demostración; y, si los hombres son capaces de alguna verdad, ésta lo es." PASCAL. PENSAMIENTOS. SIGLO XVII

lunes, mayo 12, 2008

086. LUTERO + CONFESIÓN DE AUGSBURGO

Artículo 18: El libre albedrío: En lo que respecta al libre arbitrio, enseñamos que el hombre posee una cierta libertad para elegir una vida exteriormente justa y que puede elegir entre las cosas accesibles a la razón. Pero sin la gracia, la asistencia y la operación del Espíritu Santo no le es posible al hombre agradar a Dios, arrepentirse sinceramente y poner en El su confianza y remover de su corazón la maldad innata que posee. Esto no es posible sino mediante el Espíritu Santo que nos ha sido donado por la Palabra, ya que San Pablo dice en 1 Cor 2,14: «El hombre natural no capta las cosas del Espíritu de Dios». Esto es dicho de mucha maneras bien claras por San Agustín al hablar sobre el libre albedrío en su libro Hipognosticon, L. 3: «Confesamos que todos los hombre tienen un libre albedrío, ya que todos tienen por naturaleza una razón y una inteligencia innatas. No es que sean libres en el sentido de que sean capaces de relacionarse con Dios, como por ejemplo amarlo y temerle con todo el corazón; sino que lo son en el sentido de que pueden elegir entre el bien o el mal en las obras exteriores de esta vida. Por bien entiendo lo que la naturaleza humana es capaz de llevar a cabo: por ejemplo trabajar en un campo, comer, beber, visitar un amigo o no hacerlo, vestirse o desvestirse, casarse, ejercer un oficio y hacer otras cosas parecidas que son buenas y útiles. Y sin embargo, todo esto no se hace sin Dios y no subsiste sin El, ya que de El y por El son todas las cosas. Por otra parte el hombre puede por su propia decision elegir el mal, como por ejemplo adorar un ídolo, cometer un asesinato, etc.».
(...)
Artículo 20: La fe y las obras: Es falsa la acusación que se nos hace de prohibir las buenas obras. Los escritos sobre los diez Mandamientos y otros por el estilo, dan testimonio de que hemos enseñado todo lo concerniente a las buenas obras de todos los estados de vida y lo que se necesita para agradar a Dios. Con respecto a estas cosas los predicadores ordinariamente enseñan poco, exhortando a obrar cosas infantiles e innecesarias como la observancia de feriados, ayunos, hermandades, peregrinaciones, servicios en honor a los santos, rosarios, vida monástica etc. Como nuestros adversarios han sido amonestados sobre estas cosas, han comenzado ahora a dejarlas de lado y no predican sobre estas obras como antes. Han comenzado ahora a mencionar a la fe, de la cual anteriormente había un admirable silencio. Enseñan de que no somos justificados solamente por las obras, sino por una unión de fe y obras. Dicen también que somos justificados por la fe y las obras. Esta doctrina es mas tolerable que la antigua y produce mayor consolación que la anterior. Y como la doctrina concerniente a la fe, que debería ser la mas importante en la Iglesia, ha sido tanto tiempo dejada de lado, como lo demuestra el casi total silencio en los sermones concerniente a la rectitud de la fe, mientras la doctrina de las obras era largamente expuesta, los nuestros han comenzado a instruir a los fieles de la siguiente manera:

En primer lugar, que nuestras obras no tienen el poder de reconciliarnos con Dios o merecer el perdón de los pecados, la gracia o la justificación, sino que esto se obra únicamente por la fe; ya que cuando creemos que nuestros pecados han sido perdonados a causa de Cristo que es el mediador para reconciliar al padre con nosotros (1 tim. 2,5). Aquel que se imagina que puede merecer la gracia, desprecia el mérito y la gracia de Cristo; busca un camino por sí solo para llegar a Dios sin Cristo., cosa contraria al Evangelio. La doctrina concerniente a la fe es tratada abiertamente y claramente por San Pablo en muchos lugares de sus escritos, particularmente en la carta a los Efesios donde dice «Han sido salvados por la gracia mediante la fe, y esto no viene de ustedes sino que es don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe». (Ef. 2, 8). Y para que no se piense que damos aquí una nueva interpretación de Pablo, podemos recurrir al testimonio de los Padres que tratan el tema de la misma manera.San Agustín, en muchos de sus volúmenes, habla de estas cosas, enseñando también que es por medio de la fe en Cristo y no por la obras que obtenemos la gracia y la justicia delante de Dios.Similarmente San Ambrosio en el De Vocatione Gentium y en otros lados, enseña lo mismo. En el De Vocatione Gentium dice lo siguiente: "La redención por la sangre de Cristo tendría poco valor, tampoco las obras del hombre estarían miradas desde la misericordia de Dios si la justificación, que se obtiene por la gracia, fuera debida a los méritos del hombre, como si fuera, no el regalo del donador sino la recompensa del trabajador." (...)
Antiguamente las conciencias estaban plagadas con la doctrina de las obras, no escuchaban la consolación del evangelio. Algunas personas eran conducidas por su conciencia al desierto, a los monasterios, esperando merecer allí la gracia por ese género de vida. Algunos otros realizaban otras obras mediante las cuales buscar la satisfacción de sus pecados. Había por lo tanto mucha necesidad de renovar esta doctrina de la fe en Cristo para dar fin a las conciencias ansiosas, de manera que supieran, no sin consolación, que la gracia y el perdón de los pecados y la justificación se obtienen por medio de la fe en Cristo.

Instruimos de esta manera a todo el mundo de que el término "fe" no significa aquí meramente el conocimiento de la historia —como creen los demonios y los impíos— sino también en los efecto de esa historia, principalmente este artículo: el perdón de los pecados, es decir, que por medio de Cristo tenemos la gracia, la justicia y el perdón de los pecados.
El que sabe de que por Cristo tiene un Padre propio, conoce verdaderamente a Dios; sabe también que Dios cuida de el y que puede invocarlo y no está sin Dios como los gentiles. Puesto que los demonios y los impíos no pueden creer este artículo: el perdón de los pecados. Por lo tanto odian a Dios como a un enemigo y no esperan ningún bien de El. Agustín también recuerda a sus lectores que la palabra "fe" en la Biblia se entiende no como conocimiento, sino como confianza que consuela y da coraje a las mentes atribuladas.

Mas aún, enseñamos que es necesario hacer buenas obras, no porque esperamos merecer la gracia por medio de ellas, sino porque es la voluntad de Dios. Es solamente por la medio de la fe que se obtiene el perdón de los pecados, y esto gratuitamente. Y porque por medio de la fe recibimos al Espíritu Santo, los corazones se renuevan y llenan con nuevos sentimientos, de manera que dan lugar a que surjan buenas obras. Ambrosio dice en este sentido: "la fe es la madre de la buena voluntad y las obras justas". Ya que los hombre sin el Espíritu Santo está lleno de afectos desordenados y es muy débil para realizar obras buenas a los ojos de Dios. Además están bajo el poder del demonio que los empuja a diversos pecados, a opiniones impías, a crímenes alevosos. Esto lo podemos ver en los filósofos, que aunque buscaban vivir una vida honesta, no pudieron y estuvieron llenos de pecados y crímenes. Tal es la debilidad del hombre cuando está sin fe y sin el Espíritu Santo y se gobierna a sí mismo por sus solas fuerzas. Por lo tanto puede verse que esta doctrina no prohibe las buenas obras, mas bien las recomienda, porque muestra cómo se nos mueve a realizarlas. Ya que sin la fe la naturaleza humana no puede realizar las obras del primer o segundo Mandamiento. Sin la fe el hombre no puede dirigirse a Dios ni esperar nada de El, ni llevar la cruz, sino que busca y se apoya en la ayuda del hombre. De esta manera cuando no hay fe ni confianza en Dios, todo tipo de concupiscencias y consejos meramente humanos rigen el corazón. Por eso dijo el Señor en Jn. 15,5: "Sin mi nada podéis hacer". Y la Iglesia canta: Sin tu favor divino, no hay nada en el hombre.
PRESENTACION ANTE EL EMPERADOR CARLOS V (1530)

085. EPISTEMOLOGIA Y MATEMATICA

01. Han sido formado en un campo del saber (el matemático) y están profundizando saberes disciplinares y metodológicos vinculados con ese saber específico. Los saberes son amplio territorio del que cada uno de los saberes específicos forma parte. Vengo a proponerles que nos elevemos – como quien viaja en avión – para ver una realidad más universal de la que forma parte también la matemática.

02. La realidad no es matemática. La realidad no es tampoco histórica, geográfica, biológica, química o física. La realidad es la realidad. No sabemos – menos en nuestro tiempo – qué sea la realidad. Ni siquiera sabemos si la podemos conocer o si lo que conocemos es la realidad o una versión de ella que nos hemos sabido construir o acomodar.

03. Cada ciencia es una forma de abordar la realidad, pero es una forma humana, racional, nuestra de llegar a la realidad, de apropiarnos de ella, de abordarla. Como tal la ciencia tiene un carácter progresivo, heurístico, de búsqueda y de construcción permanente. Desde el orgullo de lo que YA tiene y domina sale a la búsqueda de lo que aun no posee o de las seguridades que aun no ha conquistado.

04. La matemática es una ciencia exacta, precisa pero no significa que sea una ciencia concreta, efectiva, práctica. Por el contrario, la matemática trabaja en el ámbito de las abstracciones y al cuantificar la realidad nos deposita en el ámbito de las construcciones racionales. La matemática instrumental, el uso de la matemática en otros ámbitos del saber puede hacernos creer que la matemática es real, tangible, efectiva. Pero la esencia de la matemática es la racional y la abstracción.

05. La epistemología propone elevarse por sobre los saberes para dar cuenta de ellos. Se trata de problematizar o tematizar la matemática. No podemos hablar de la matemática en términos matemáticos sino que debemos recurrir al lenguaje de la epistemología o de la filosofía, debemos recurrir al discurso. Para ustedes que están acostumbrados al lenguaje, a la gramática, a la sintaxis de la matemática se trata de ingresar en otra forma de de-codificar y codificar, de entender y de escribir que no es matemático pero que tiene por objeto la matemática y las demás ciencias.

06. En cuando ciencia, la matemática, ingresa en el campo del análisis acerca de su historia, de sus métodos, su constitución, de su configuración, de sus revoluciones, de sus saltos cuantitativos o cualitativos. En cuando ejercicio sólo rige por lo que vale y dice. En cuando epistemología por lo que ha sido y es, y por los contextos que legitiman o explican su evolución. Esa es la propuesta de estos encuentros.

07. Con la epistemología no resolvemos mejor los ejercicios o los cálculos matemáticos, pero podemos dar cuenta de los resultados, ni siquiera podemos planificar mejor las clases o hacerlas mas divertidas. Sencillamente damos cuenta del saber que enseñamos, lo que nos permite dar cuenta de lo que sabemos y de lo que los demás deben aprender. Indirectamente estamos construyendo puentes entre la enseñanza y el aprendizaje porque al saber el porqué de lo matemático y de la matemática puedo contribuir a enriquecer mi percepción de mi tarea como docente del área.

08. La ciencia no es neutral. Los científicos no son incontaminados. Tampoco los matemáticos. La ciencia está cruzada por una serie de intereses y de ideas que afectan a los científicos como creadores, a sus producciones, a la divulgación de los saberes, al uso que se realiza de los conocimientos. La ciencia también es un territorio de luchas ideológicas y políticas, como el resto de la sociedad. Y no se trata de un fenómeno contemporáneo, sino connatural a la historia de las ciencias.

09. Estos encuentros, todos los encuentros, deben dejar mas interrogantes que respuestas. Porque de eso se trata de instalar en la seguridad del discursos de la ciencia, la sospecha y los interrogantes que provienen de la epistemología, de la filosofia de la ciencia, del pensamiento
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lunes, mayo 05, 2008

084. ¿QUÉ FILOSOFIA?

(a) ¿Es oportuno optar por una mirada histórica tratando de reconstruir las fuentes y los autores y certificando como se han podido articular ambos discursos (explícitos o implícitos) a lo largo del tiempo y en diversos contextos?

(b) ¿Se trata de hacer una proyección de los temas y problemas de la filosofia en la educación? ¿Deberíamos, por ejemplo – y de hecho ha sido y es de práctica en diversas orientaciones de la filosofia de la educación – abordar la metafísica y la educación, las proyecciones del discurso antropológico, el problema del conocimiento y la epistemología, la ética y la axiología, la lógica y la argumentación, la filosofia política y otras?

(c) ¿Se trata de una función epistemológica y normativa, en la que la filosofía se ocupa de darle un marco normativo para la legítima constitución de la pedagogía como ciencias de la educación y actúa como un tribunal que legitima metodologías y ajusta el uso unívoco del vocabulario específico?

(d) ¿Es conveniente privilegiar el trabajo y las producciones de la filosofia contemporánea para revisar junto a sus autores y sus obras, los grandes temas y problemas de nuestro tiempo y que inquietan a la filosofia y desestabilizan a la educación?

(e) ¿Se trata de una filosofía académica, segura, incontaminada, documentada, fiel a las fuentes, enciclopédica, neutral o de una filosofía atrevida, inquieta, amplia, flexible, comprometida, desafiante, frecuentemente en borrador, plagada de dudas y preguntas, dispuesta rectificaciones y agregados?

viernes, mayo 02, 2008

083. ORIGEN DE LA ESPECIE HUMANA

"Lo que frívolamente denominamos prehistoria es, en realidad, un hiperdrama, que acontece en forma de exitosa sucesión de evoluciones del lujo. En las antiguas incubadoras de cría de las hordas se probaba suerte con los más sorprendentes experimentos biológicos sobre la forma humana. En ellas, y sólo en ellas, pudo el homo sapiens convertirse en el marginado biológico que —hoy más que nunca— parece que es. En aquellas islas flotantes de los viejos y pequeños grupos, los cráneos se hicieron notablemente grandes, las epidermis notablemente delgadas, las mujeres notablemente bellas, las piernas notablemente largas, las voces notablemente articuladas, la sexualidad notablemente crónica, los niños notablemente infantiles y los muertos propios notablemente inolvidables.
Estas islas sociales flotantes —o balsas— son los lugares de nacimiento de características psicoculturales que un buen día producirán efectos mundiales. En ellas nace aquella empatía que, por así decirlo, hace emocionalmente transparentes entre sí a los miembros de una misma horda: cuando la empatía se especializa y tiene que ser trasladada a desconocidos, se abre, sobre todo en las culturas superiores que sucederán a las hordas, un espacio para esos dramas que dieron en llamarse amor; en ellas surge también aquella atención hacia congéneres, prójimos y entornos que en la era de las culturas superiores se bifurcará en curiosidad teórica y estado de alarma política; también en estas islas se acumulan aquellas experiencias fundamentales con espíritus, seres vivos y cosas, que serán transmitidas más tarde en forma de técnica y de sabiduría. La lujuriante isla humana está llena de olores y ruidos que podrían definirse como un paisaje sonoro, como una sonoesfera que atrae a los suyos como hacia el interior de un globo terráqueo psicoacústico". SLODERDIJK (1993) : EN EL MISMO BARCO.

082. LA CIRUGÍA DE LA ALTERIDAD

La liquidación del Otro va acompañada de una síntesis artificial de la alteridad, cirugía estética radical, de la cual la cirugía de la cara y la del cuerpo no son más que el síntoma. Pues el crimen sólo es perfecto cuando hasta las huellas de la destrucción del Otro han desaparecido.
Con la modernidad, entramos en la era de la producción del otro. Ya no se trata de matarlo, de devorarlo, de seducirlo, de rivalizar con él, de amarlo o de odiarlo; se trata fundamentalmente de producirlo. Ya no es un objeto de pasión, es un objeto de producción.

En los rasgos del rostro, en el sexo, en las enfermedades y en la muerte, la identidad está perpetuamente alterada; se trata el cuerpo como destino, que debe ser conjurado a cualquier precio en la apropiación del cuerpo como proyección de uno mismo, en la apropiación individual del deseo, de la apariencia, de la imagen: cirugía estética en todas las direcciones. Si el cuerpo ya no es un lugar de alteridad, sino de identificación, entonces es preciso urgentemente reconciliarse con él, repararlo, perfeccionarlo, convertirlo en un objeto ideal. Cada uno de nosotros lo utiliza igual que el hombre a la mujer en la identificación proyectiva: lo asume como fetiche, convirtiéndolo en objeto de un culto autista, de una manipulación casi incestuosa. Y la semejanza del cuerpo con su modelo es lo que se convierte en fuente de erotismo y de seducción «blanca» —en el sentido en que practica una especie de magia blanca de la identidad, en oposición a la magia negra de la alteridad. (BAUDRILLARD + EL CRIMEN PERFECTO)