lunes, julio 28, 2008

114. MORAL, CULPA Y CONCIENCIA EN TRES PELICULAS DE WOODY ALLEN:


Un ciclo de cine y filosofia (específicamente "cuestiones éticas") ha permitido utilizar los aportes de estas tres películas con un público adulto que admitiera un debate en torno a las propuestas de cada uno de los guiones y que pudiera ser cruzado con diversos autores y corrientes de pensamiento. El trabajo sobre los guiones (publicados) facilita los debates y las intervenciones. Temas como Dios, culpa, conciencia, moral, ética, responsabilidad, justicia, ley, principios religiosos, autonomia, vigilancia recorren estas películas y la reflexión sobre cada una de ellas.


(01) DELITOS Y FALTAS (1989)

EE.UU., 1989. Director y guión: Woody Allen. Productores: Robert Greenhutt, Jack Rollins y Charles H. Joffe. Fotografía: Sven Nykvist. Montaje: Susan E. Morse. Dirección Artística: Santo Loquasto. Duración: 107 min. Intérpretes: Martin Landau (Judah Rosenthal), Claire Bloom (Miriam Rosenthal), Stephanie Roth (Sharon Rosenthal). Gregg Edelman (Chris), George J. Manos (Fotógrafo), Anjelica Huston (Dolores Paley), Woody Allen (Cliff Stern).

En el film se presentan dos líneas de acción paralelas. En una de ellas, Judah Rosenthal (Martín Landau), un prestigioso oftalmólogo, casado y con dos hijos, se efrenta a una delicada relación adúltera. Su amante es Dolores Paley (Anjelica Huston), una azafata de vuelo, con la que mantuvo una agradable historia de amor que ahora se ha convertido en un infierno. Siempre al borde de un ataque de histeria, Dolores exige a Judah que abandone a su esposa y se vaya a vivir con ella. Dolores llega a extorsionarle con destapar cierto escándalo por el uso fraudulento que hizo de ciertos fondos del hospital en el que trabaja. El oftalmólogo, para liberarse del doble escándalo (conyugal y profesional) acude a su hermano Jack (Jerry Orbach) que acabará por “arreglar” las cosas, en un acto que Allen trata con mucho pudor pues nunca lo llegamos a ver hasta que ya está consumado.
Por otro lado tenemos una historia más cercana a Manhattan (Idem. Woody Allen, 1979) o Annie Hall (Idem. Woody Allen, 1977), nos encontramos con Cliff Stern (Woody Allen), un productor de documentales de escaso éxito, con un dificultades en su matrimonio y que se ha autoimpuesto la tarea de educar a su sobrina en las cosas importantes de la vida (como por ejemplo, el cine). Inicia una relación (que no pasa de los flirteos) con Halley Reed (Mia Farrow), mientras ruedan un documental centrado en la figura de su cuñado, Lester (Alan Alda). Éste es un productor de comedias de notable éxito que ofrece el trabajo a Cliff, más por ayudar a su hermana que a su cuñado. El hermano de Lester, Ben (Sam Waterston), padece una enfermedad que acabará por dejarlo ciego. Este personaje es, pues, el nexo de unión de las dos tramas ya que Ben también es paciente de Judah.
Pero hay un personaje clave en toda la película, es el doctor Levy. Éste es todo un filósofo, un superviviente del holocausto nazi que pronuncia frases como esta: “en todo momento nos encontramos ante decisiones morales, y nosotros somos la suma de nuestras decisiones; es sólo nuestra capacidad de amar lo que da sentido al universo. Mucha gente encuentra la felicidad en cosas sencillas: la familia, el trabajo...”. Este personaje se convierte en fuente de inspiración para Cliff y Halley por su sabiduría e inquebrantable optimismo. No obstante, el doctor Levy acaba suicidándose de forma inesperada con una lacónica nota: “me voy por la ventana”. Poco más tarde, Cliff, profundamente dañado por lo sucedido dice: “pero si en toda mi vida en Brooklyn no se suicidó nadie porque todo el mundo era infeliz”. La conclusión es clara, sólo los arrogantes, orgullosos y sin escrúpulos, como Judah o Lester, triunfan en la vida (o, al menos, lo tienen más fácil).
El tema de fondo, desde el punto de vista ético, es que si no existe un control superior que vigile y castigue lo que pasa y lo que nos pasa, todo está permitido, todo es posible y no hay control sobre las conductas, sino sólo un esfuerzo personal (absolutamente heroico, formal y kantiano) por el que cada uno construye el buen obrar según sus convicciones y respondiendo únicamente a ellas. Todo esto puede ser deseable pero es poco realista, se asemeja mas a las historias heroicas de las películas, en donde los personajes son verosímiles pero nunca reales.

(02) MACH POINT (2005)

Dirección y guión: Woody Allen.País: Reino Unido.Interpretación: Jonathan Rhys Meyers (Chris Wilton), Matthew Goode (Tom Hewett), Emily Mortimer (Chloe Hewett Wilton), Scarlett Johansson (Nola Rice), Brian Cox (Alec Hewett), Penelope Wilton (Eleanor Hewett), James Nesbitt (Detective Banner), Alexander Armstrong (Sr. Townsend), John Fortune (John), Ewen Bremner (Inspector Dowd).Producción: Letty Aronson, Gareth Wiley y Lucy Darwin.Fotografía: Remi Adefarasin.Montaje: Alisa Lepselter.Diseño de producción: Jim Clay.Vestuario: Jill Taylor.

“El hombre que dijo Prefiero ser afortunado que bueno” tenía una profunda perspectiva de la vida. La gente tiene que reconocer qué parte tan grande de la vida depende de la suerte. Da miedo pensar que sea tanto sobre lo que no tenemos control. Hay momentos de un partido en que la pelota alcanza a pegar en la red y por una décima de segundos puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue su trayectoria y ganas, o tal vez no, y pierdes”.
Me gusta recordar - una y otra vez - la repetición de la escena de la cancha de tenis en que se ve ir y venir la pelotita y – en un momento – detenerse en el aire sobre la red… y el anillo robado de una de las víctima que sigue el mismo movimiento, rebota en la protección que hay junto al río, queda suspendido en el aire… y finalmente cae sobre la vereda. Ese anillo puede ser la prueba para condenar… o el recurso para salvar. Se trata de suerte. Y el protagonista de MACHT POINT la tiene.
En la historia el protagonista quiere tenerlos todo: el casamiento ventajoso con una chica de una acomodada familia inglesa y el amor lujurioso y descontrolado por la bella mujer que los tienta. Y el juego parece posible hasta que el embarazo de la segunda y la extorsión le obliga a optar, a decidir: no puede abandonar a su mujer porque perdería todo lo que buscó. Debe eliminar la presencia molesta de su amante. La trama suena posible: arma, visita inesperada, muerte a una vecina para simular el robo, muerte a la mujer molesta. Regresa todo a su lugar y vuelve a la normalidad convencido de que si no lo descubren, no habrá culpa, ni responsabilidad. Aunque la conciencia juega en su interior con algunas fantasmales apariciones, lo cierto es que él puedo llevar adelante una vida normal, especialmente cuando un último detalle (el anillo) le regala la jugada milagrosa y esperada, cayendo al agua y desapareciendo para siempre.
No hay culpa, no hay falta, no hay castigo, no hay conciencia: la vida te regala esas posibilidades, pagar el pasaporte hacia la fortuna y la felicidad a través de actos no lícitos. Es una opción. No hay condena para quien la elige, aunque muchos puedan defender con razón el valor de una vida moralmente buena.


(03) EL SUEÑO DE CASANDRA (2007)

Interpretación: Ewan McGregor (Ian), Colin Farrell (Terry), Tom Wilkinson (Howard), Hayley Atwell (Angela), Sally Hawkins (Kate), John Benfield (padre), Clare Higgins (madre), Ashley Medekwe (Lucy). Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum y Gareth Wiley. Música: Philip Glass. Fotografía: Vilmos Zsigmond. Montaje: Alisa Lepselter. Diseño de producción: Maria Djurkovic. Vestuario: Jill Taylor.

La película de Woody Allen, “El sueño de Cassandra” es una proyección de sí mismo y de la presencia de la culpa que vuelve a fluir de manera creciente. Hay un momento en el relato en que todo es posible, porque ante los dos hermanos que comparten tiempos y aventuras (entre ellos el barco recién adquirido: CASANDRA) se abre el futuro y que los riesgos puede encontrar en la propuesta que le realiza el tío, hermano de la madre, es una salida tentadora y saludable. Como toda tentación, hay un momento de convencimiento, de auto o mutuo convencimiento, de engaño racional y justificatorio de la conciencia. Ven con tanta claridad los respectivos fines que se proponen (uno salvar un error, el otro hacer posible un negocio que lo saque del trabajo que padece). Pero cuando se traspasa una línea, la delgada línea roja de una acción que no puede regresar atrás, ya no hay retrocesos o anulaciones.
Hay acciones, en la vida, que permite compensaciones, regresos, vuelta atrás, reconciliaciones, disculpas, heridas que se sanan… pero hay otras que no admiten retornos porque la pureza original está perdida: lo hecho, hecho está… y no se puede volver atrás (por ejemplo, una violación o un crimen) Casandra es un barco, símbolo de los sueños de dos hermanos, Ian y Terry, quienes tienen diversos motivos para necesitar mucho dinero y aceptan cometer un crimen como forma de “pagar” los regalos y las ayudas del tío. Ian, parece capaz de todo por su ambición; Terry, en cambio, debe resolver sus problemas deudas con el juego. Los dos hermanos, están interpretados de manera excelente por Ewan McGregor (Ian) y Collin Farell (Terry). Aquí se contraponen dos visiones opuestas de una misma persona. Ian, en un principio parece que es más sensato y más comedido que Terry, un ejemplo a seguir.Pero cuando los hechos se consuman (el crimen, en la noche y a resguardo de cualquier testigo) y el dinero aparece, se acallan los interrogantes de la conciencia, Ian quiere mantener lo hecho y ser fiel a lo acordado y Terry se desbarranca bajo la voz y el peso de la culpa. Los diálogos son los propios de las películas de W. Allen, pareciera que él mismo el que se apropia de los personajes y habla a través de ellos. Terry el chico jugador, desprolijo y malo, es el que más dudas tiene a la hora de matar y el que más se arrepiente después de haberlo hecho. Es decir, aquí se enfrentan dos fuerzas, por un lado, las falsas apariencias y la codicia (Ian) y por otro lado el arrepentimiento y la culpa (Terry).
El tema retoma la culpa después del crimen que se respiraba en “Macht Point”: pero allí el azar jugaba una pasada favorable y tenía la virtud de desplazar el tema de los hechos del campo de la ética al campo de la ley: “si no me descubren no seré culpable”. Aquí - ¿W. Allen arrepentido? – la ley no descubre nada, sino que es la conciencia moral la que intenta llegar con datos a la ley: entregarse a la policía y reconocer los hechos es visto como una forma de expiación. Sin embargo la forma de expiar lo sucedido será totalmente otra. Hay como una lección moral: las culpas se pagan, siempre hay una condena, no se puede salir sin pena ni castigo de una mala acción.
Obvio que “El Jugador” y “Crimen y Castigo” (de Dostoiewski) se respiran – también aquí - en el fondo de una historia que tiene desarrollo y final inesperado.

113. BACON Y EL LENGUAJE



EL LENGUAJE COMO FUENTE DE ERROR Y COMO BARRERA PARA EL CONOCIMIENTO (IDOLAS)

43. Existen también ídolos que provienen de la reunión y de la sociedad de los hombres, a los que designamos con el nombre de ídolos del foro, para significar el comercio y la comunidad de los hombres de que tienen origen. Los hombres se comunican entre sí por el lenguaje; pero el sentido de las palabras se regula por el concepto del vulgo. He aquí por qué la inteligencia, a la que deplorablemente se impone una lengua mal constituida, se siente importunada de extraña manera. Las definiciones y explicaciones de que los sabios acostumbran proveerse y armarse anticipadamente en muchos asuntos, no les libertan por ello de esta tiranía. Pero las palabras hacen violencia al espíritu y lo turban todo, y los hombres se ven lanzados por las palabras a controversias e imaginaciones innumerables y vanas.

59. Los más peligrosos de todos los ídolos, son los del foro, que llegan al espíritu por su alianza con el lenguaje. Los hombres creen que su razón manda en las palabras; pero las palabras ejercen a menudo a su vez una influencia poderosa sobre la inteligencia, lo que hace la filosofía y las ciencias sofisticadas y ociosas. El sentido de las palabras es determinado según el alcance de la inteligencia vulgar, y el lenguaje corta la naturaleza por las líneas que dicha inteligencia aprecia con mayor facilidad. Cuando un espíritu más perspicaz o una observación más atenta quieran transportar esas líneas para armonizar mejor con la realidad, dificúltalo el lenguaje; de donde se origina que elevadas y solemnes controversias de hombres doctísimos, degeneran con frecuencia en disputas sobre palabras, siendo así que valdría mucho más comenzar siguiendo la prudente costumbre de los matemáticos, por cerrar la puerta a toda discusión, definiendo rigurosa­mente los términos. Sin embargo, en cuanto a las cosas materiales, las definiciones no pueden remediar este mal, porque las definiciones se hacen con palabras, y las palabras engendran las palabras; de tal suerte, que es necesario recurrir a los hechos, a sus series y a sus órdenes, como diremos una vez que hayamos llegado al método y a los principios según los cuales deben fundarse las nociones y las leyes generales.

60. Los ídolos que son impuestos a la inteligencia por el lenguaje, son de dos especies: o son nombres de cosas que no existen (pues lo mismo que hay cosas que carecen de nombre porque no se las ha observado, hay nombres que carecen de cosa y no designan más que sueños de nuestra imaginación), o son nombres de cosas que existen, pero confusas y mal definidas, que reposan en una apreciación de la naturaleza demasiado ligera e incompleta; de la primera especie son las expresiones siguientes: fortuna, primer móvil, orbes planetarios, elemento del fuego, y otras ficciones de idéntica naturale­za, cuya raíz está en falsas y vanas teorías.
Esa especie de ídolos, es la que con mayor facilidad se destruye, pues se la puede reducir a la nada, permaneciendo resuelta y constantemente alejada de las teorías.
Pero la otra especie, formada por una abstracción torpe y viciosa, ata más perfectamente nuestro espíritu en el que tiene hondas raíces. Escojamos, por ejemplo, esta expresión, lo húmedo, y veamos qué relación existe entre los diversos objetos que significa; veremos que esa expresión es el signo confuso de diversas acciones que no tienen relación verdadera y no pueden reducirse a una sola.
Pues entendemos con ella, lo que en sí es indeterminado y carece de consistencia; lo que se extiende fácilmente alrededor de otro cuerpo, lo que fácilmente cede de todos lados, lo que se divide y se dispersa con facilidad; lo que se une y se reúne fácilmente, lo que fácilmente corre y se pone en movimiento; lo que se adhiere fácilmente a otro cuerpo y lo humedece; lo que se funde fácilmente y se reduce a líquido, cuando ha tomado una forma sólida. He aquí por qué cuando se aplica esta expresión, si la tomáis en un sentido, la llama es húmeda, si en otro, el aire no es húmedo; en un tercero, el polvillo es húmedo; en otro, el vidrio es húmedo; de manera que se reconoce sin esfuerzo que esta noción ha sido tomada del agua y de los líquidos comunes y vulgares, precipitadamente y sin ninguna precaución para comprobar su propiedad.
En las palabras hay ciertos grados de imperfección y de error. El género menos imperfecto de todos es el de los nombres que designan alguna substancia determinada, sobre todo en las especies inferiores, y cuya existencia está bien establecida (pues tenemos de la creta, del barro, una noción exacta; de la tierra una falsa); una clase más imperfecta es la de los nombres de acciones, como engendrar, corromper, alterar; la más imperfec­ta de todas es la de los nombres de cualidades (a excepción de los objetos inmediatos de nuestras sensaciones) como lo grave, lo blando, lo ligero, lo duro, etc. Sin embargo, entre todas esas diversas clases, no es difícil encontrar nociones mejores unas que otras, según la extensión de la experiencia que ha impresionado los sentidos.

61. En cuanto a los ídolos del teatro, no son innatos en nosotros, ni furtivamente introducidos en el espíritu, sino que son las fábulas de los sistemas y los malos métodos de demostración los que nos los imponen. Intentar refutarlos, no sería ser consecuente con lo que antes hemos expuesto. Como no estamos de acuerdo ni sobre los principios, ni sobre el modo de demostración, toda argumentación es imposible. Buena fortuna es, nada quitar a la gloria de los antiguos. Y en nada atacamos su mérito, puesto que aquí se trata exclusivamente de una cuestión de método. Como dice el proverbio: antes llega el cojo que está en buen camino, que el corredor que no está en él. Es también evidente que cuando se va por camino extraviado, tanto más se desvía uno, cuanto es más hábil y ligero.
Es tal nuestro método de descubrimientos científicos, que no deja gran cosa a la penetración y al vigor de las inteligencias, antes bien las hace a todas aproximadamente iguales. Para trazar una línea recta o describir un círculo perfecto, la seguridad de la mano y el ejercicio, entran por mucho en ello, si nos servimos de la mano sola; pero son de poca o ninguna importancia si empleamos la regla o el compás: así ocurre en nuestro método. Pero aunque de nada sirva refutar cada sistema en particular, conviene decir, no obstante, una palabra de las sectas en general y de sus teorías, de los signos por que pueden juzgárselas y que las condenan, y tratar un poco de las causas de tan gran fracaso y de un acuerdo tan prolongado y general en el error, para facilitar el acceso a la verdad, y para que el humano espíritu se purifique de mejor grado y arroje los ídolos.

112. IDEOLOGIA MUTANTE

La historia da sobradas muestras de que los líderes políticos suelen cambiar de ideología, de acuerdo a conveniencias, necesidades o intereses. Pueden ir de centroizquierda a centroderecha, según les resulte más eficaz para alcanzar el poder, retenerlo o recuperarlo.
Pero lo que no cambian es la personalidad. Mitterrand, en Francia, era un hombre de izquierda que, una vez en el poder, evolucionó rápidamente hacia posturas más pragmáticas, que entraban en conflicto con sus posiciones anteriores. Pero su estilo, fuertemente personalista, no cambió.
En la Argentina, Perón fue el arquetipo del político pragmático, que tácticamente iba de izquierda a derecha. Estaba exilado en España bajo la protección de Franco y al mismo tiempo elogiaba a Fidel Castro. Fiel a su personalidad, solía decir: cuando en política hay que girar a la derecha, conviene poner el guiño a la izquierda. (Rosendo Fraga. La Nación)
En suma, aunque las ideologías son posiciones atrincheradas y verdades congeladas, admiten - en el ámbito de la política y del manejo del poder - negociaciones, cambios, mutaciones, adaptaciones. El pragmatismo de la política así lo deciden, el dictado de los hechos es mas importante que la tiranía de las ideas... aunque luego cualquier archivo sirva de condena. Habrá ideológicas explicaciones y justificaciones para esos cambios.
Lo que no cambia, lo que permanece piel a sí mismo - como en la fábula del ESCORPION y la RANA que pretendían cruzar el río - es la personalidad o el carácter: allí la forma de ser y de hacer son fieles, hasta la muerte. Y contra algunas personalidades no hay ideología o razonabilidad que aguante.

111. LAS VERSIONES DE LA REALIDAD

¿QUE ES LA VERDAD? ¿CUAL ES LA VERDAD? ¿CUANTO DURA LA VERDAD?
Cuando la Liga Papal, la OTAN de entonces, venció a los turcos en la batalla de Lepanto, Pío V tardó dos meses en enterarse de la victoria y Felipe II no recibió la buena nueva hasta noventa días después. Cuando estos dos jefes del Imperio se enteraron del éxito, la escuadra turca ya se había rearmado y estaba en situación de amenazar de nuevo a la cristiandad. En cierto modo hoy sucede lo contrario. Antes de salir de casa a comprar el periódico cada mañana, a veces leo las noticias en el digital y cuando llego al quiosco situado a escasos metros de distancia, ya sé que voy a leer en el papel sucesos que ya no existen porque han sido superados en el último minuto por la actualidad. Si se desecha la idea de que Homero fue un enviado especial a la guerra de Troya o que Herodoto y Tucídides podrían escribir hoy en The New York Times como grandes estrellas, el periodismo moderno nació en el siglo XV en la plaza de San Marcos de Venecia a donde llegaban las naves de Oriente. En el muelle, al pie de los barcos unos tipos tomaban nota de las mercancías junto con las noticias que traían los marineros desde otros mares. El diario se llamaba gaceta, que significa cotorrita. Los gacetilleros sabían que la única verdad era la relación exacta de los objetos de comercio que descargaban las naves, especias, sedas, semillas, perfumes. El resto sólo eran hechos que no se distinguían mucho de las fantasías. Los marineros contaban episodios de ciudades sitiadas, de incendios y matanzas sucedidas en países lejanos, pero estas noticias venían unidas a los cuentos que habían oído en las esquinas de los grandes bazares. Las mil y una noches eran la misma cosa que las especias que servían para sazonar los embutidos del cerdo y a la vez la caída de Constantinopla se confundía con la alfombra mágica y la lámpara de Aladino. Noticias y fábulas convertidas en mercaderías, he aquí la esencia del periodismo, como género literario del siglo XXI. Todas las mañanas compro el periódico de papel en una gasolinera que está a cuatrocientos pasos de casa. Si antes de salir he leído por Internet las últimas noticias, cuando llego al quiosco ya sé que los turcos han vuelto a ganar la guerra de Lepanto. Y leo el periódico como una fábula. (VICENT + FABULA + EL PAIS)

martes, julio 15, 2008

110. ETICA ENTRE ADOLESCENTES

Presentamos TRES casos - relacionados con la vida de los adolescentes - en los que hay que aplicar algún criterio ético para efectuar con fundamento una alternativa moralmente buena. No se trata solamente de emitir una opinión o posición personal, sino poner en funcionamiento el instrumental teórico estudiado para poder dotar de fundamento cada respuesta.
CASO 01: SALIDA NOCTURNA
A la entrada de una discoteca se lee un letrero que dice: "La casa se reserva el derecho de admisión". Los que custodian la entrada impiden el acceso a dos chicos por el aspecto que tienen y el color de la piel. Se sabe que está prohibido discriminar a nadie y esos muchachos son compañeros de la escuela y muy buenas personas. En el grupo reaccionan de manera distintas: (1) dos o tres entran a divertirse sin hacerse problemas: (2) dos de los chicos se quieren pelear con los custodios; (3) el resto decide irse a divertir a otro lugar; (4) un chico y una chica toman los datos para hacer la denuncia ante la justicia.

CASO 02: PROBLEMAS EN LA ESCUELA
Un profesor abusa de su poder en clase haciendo cosas injustas. Los alumnos protestan ante el director pero éste no le da importancia porque tiene mucha amistad con el profesor. Enterado de las quejas el docente dice que aplazará a todos los que protesten
Visto lo sucedido, los alumnos se dividen: (1) los más temerosos se callan y aceptan todo; (2) Otros siguen los criterios de la justicia moral y vuelven a denunciarlo, a pesar de las amenazas; (3) Finalmente hay otros que quieren organizar otra forma más efectiva y violenta de protesta.

CASO 03: FIN DE SEMANA
Habíamos organizado el fin de semana para disfrutar con los amigos. Era como tocar la felicidad. Salida a la tarde, encuentro con los amigos, descansar un poco para reparar energías. Luego la previa y toda la noche para divertirnos. Sonó el celular y mi madre me llamó para decirme que me necesitaba. No se sentía bien de salud, mi padre debía trabajar en la fábrica y mis hermanos más chicos necesitaban también que los ayudara. (1) Primero pensé en inventar una excusa, (2) luego intenté llamar a mi papá para pedirle que resolviera el problema, pero (3) finalmente expliqué todos a mis amigos y regresé a casa. Me costó, pero creo que hice lo que debía hacer.
La tarea de reflexión, discusión y producción consiste en resolver las siguientes cuestiones:
(1) ¿Cuáles de las opciones en cada caso representa una salida moralmente BUENA y por qué ? ¿Por qué no lo son las alternativas descartadas?
(2) Elegir para cada caso UNO de los filósofos estudiados para juzgar el dilema: ARISTOTELES, KANT Y SCHELER. Ej. “Según Kant, lo correcto sería X porque…”
(3) Presentar, además, el desarrollo sistemático de los principios éticos de cada uno de ellos.

viernes, julio 11, 2008

109. SABATO: EL TUNEL+ LA INCOMUNICACION Y EL MISTERIO DE LAS RELACIONES HUMANAS


“Fue una espera interminable. No sé cuanto tiempo pasó en los relojes de ese tiempo anónimo y universal de los relojes que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de la muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estabamos frente a frente contemplándonos estadísticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como un sueño a tiempo de infancia y yo la veía correr desesperadamente en su caballo, con su pelo al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados. Y era como si los dos hubiéramos estado viendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mí, como clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que ya estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora de encuentro había llegado.

¡ La hora del encuentro había llegado! Pero, ¿Realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué estúpida ilusión mía había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable... No, ni siquiera ese muro era siempre así: a veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía que pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anómicos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía de otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizás se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad. Y a veces sucedía que cuando yo pasaba frente a una de mis ventanas ella estaba esperándome muda y ansiosa (¿por qué esperándome? ¿Y por qué muda y ansiosa?); pero a veces sucedía que ella no llegaba a tiempo o se olvidaba de este pobre ser encajonado, y entonces yo, con la cara apretada contra el muro de vidrio la veía a lo lejos sonreír o bailar despreocupadamente o, lo que era peor, no le veía en absoluto y la imaginaba en lugares inaccesibles o torpes. Entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario de lo que había imaginado.” (Cap.XXXVI)

miércoles, julio 09, 2008

108. BORGES Y SPINOZA

DOS POEMAS [1]:

(1) SPINOZA

Las translúcidas manos del judío

labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.

(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto

que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,

ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquél que es todas Sus estrellas


(2) BARUCH SPINOZA


Bruma de oro, el Occidente alumbra
la ventana. El asiduo manuscrito
aguarda, ya cargado de infinito.
Alguien construye a Dios en la penumbra.

Un hombre engendra a Dios. Es un judío
de tristes ojos y de piel cetrina;
lo lleva el tiempo como lleva el río
una hoja en el agua que declina.

No importa. El hechicero insiste y labra
a Dios con geometría delicada;
desde su enfermedad, desde su nada,
sigue erigiendo a Dios con la palabra.

El más pródigo amor le fue otorgado,
el amor que no espera ser amado.

[1] Borges pronunció una conferencia sobre Spinoza en abril de 1985 en la Sociedad Hebraica Argentina y con el título "El más adorable de los filósofos". El texto que tengo a la vista consta de páginas fotocopiadas de su publicación en portugués con fecha 15 enero de 1989 en el "Folha de Sâo Paulo" que lo titula "Borges confessa sua 'deslumbrada ignorância' sobre la obra de Spinoza". Echémosle una mirada. En su charla reconoce que había pasado la vida explorando a Spinoza, que se había propuesto hacía mucho tiempo escribir un libro sobre él y al fin no había podido hacerlo. Tenía en su casa varias ediciones de la "Etica", en alemán, en francés, en inglés, y muchos estudios y biografías. Pero al fin se dio cuenta de que había en ese hombre, que dedicó su vida a imaginar a Dios con amor intelectual, algo sobre lo cual no podía sino confesar su ignorancia, su deslumbrada ignorancia. Se dio cuenta de que no podía explicar a otros lo que no podía explicarse a sí mismo. Sobre el hombre Spinoza, refiere que su familia era de origen judío-portugués, que fue admirado por los sabios de su tiempo vivió entre 1632 y 1677, que rehusó cátedras en Heidelberg y en París para dedicarse a la meditación y a su trabajo de tallador de cristales para lentes y microscopios que tuvo que ver con la tuberculosis - causa de su muerte a los 46 años - y una ocupación a la que él mismo, Borges, dedicó la poesía. Estudió las Escrituras, el Talmud, la Cábala, a Maimónides y todos los filósofos de su tiempo. Manifestó que la idea de un Dios que escoge un pueblo y la de un Dios personal le parecían extrañas. Rechazó ambas cosas y divulgó sus dudas entre su comunidad. Pero no era ateo sino lo contrario: profesaba la idea de que todo es Dios. Su panteísmo se manifestaba en la fórmula "Dios, o sea la Naturaleza". Quisieron sobornarlo para que abandonara sus opiniones o las callara, pero como persistió en ideas heréticas la Sinagoga lo excomulgó y le impuso terribles anatemas personales y sociales.Es extensa, brillante y llena de perlas esta poco conocida conferencia de Borges. Por ahí recuerda que Bertrand Russell consideró a Spinoza "the most lovely", el más encantador de los filósofos y comenta que es más importante ser querido que ser admirado. Por ahí que aquel hombre recomendó "no llorar, no esperar, no temer; intentar comprender". Y en su párrafo de cierre: "No sé si conseguí darles una idea de ese adorable ser humano que fue Baruch Spinoza. El no creía en la inmortalidad personal pero escribió: 'Sentimos, experimentamos que somos inmortales'. Pero con esto no se refería a su yo sino a esa sustancia que somos. De algún modo, sentimos la inmortalidad de esa sustancia anterior en el tiempo a nuestro nacimiento, posterior a nuestra muerte en el tiempo".

sábado, julio 05, 2008

107. GENIO MALIGNO Y ESPIRITUS ENGAÑADORES




PROBLEMA DE LA VERDAD Y DE LA REALIDAD EN EL SIGLO XVII
DESCARTES + CERVANTES


DESCARTES: MEDITACION PRIMERA

“Así pues, supondré que hay, no un verdadero Dios —que es fuente suprema de verdad—, sino cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas exteriores, no son sino ilusiones y ensueños, de los que él se sirve para atrapar mi credulidad. Me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos, sin carne, ni sangre, sin sentido alguno, y creyendo falsamente que tengo todo eso. Permaneceré obstinadamente fijo en ese pensamiento, y, si, por dicho medio, no me es posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos está en mi mano suspender el juicio. Por ello, tendré sumo cuidado en no dar crédito a ninguna falsedad, y dispondré tan bien mi espíritu contra las malas artes de ese gran engañador que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme nada.
Pero un designio tal es arduo y penoso, y cierta desidia me arrastra insensiblemente hacia mi manera ordinaria de vivir; y, como un esclavo que goza en sueños de una libertad imaginaria, en cuanto empieza a sospechar que su libertad no es sino un sueño, teme despertar y conspira con esas gratas ilusiones para gozar más largamente de su engaño, así yo recaigo insensiblemente en mis antiguas opiniones, y temo salir de mi modorra, por miedo a que las trabajosas vigilias que habrían de suceder a la tranquilidad de mi reposo, en vez de procurarme alguna luz para conocer la verdad, no sean bastantes a iluminar por entero las tinieblas de las dificultades que acabo de promover. “
MANUEL GARCIA MORENTE: HIPOTESIS DEL GENIO MALIGNO
Entre las dificultades que plantea la duda metódica, nos detendremos en una tan sólo, en la famosa hipótesis del genio o espíritu maligno (Meditaciones). Después de haber examinado las diferentes razones para dudar de todo, quedan todavía en pie las verdades matemáticas, tan simples, claras y evidentes, que parece que la duda no puede hacer mella en ellas. Pero Descartes también las rechaza fundándose en la consideración de que acaso maneje el mundo un Dios omnipotente, pero lleno de tal malignidad y astucia, que se complace en engañarme y burlarme a cada paso, aun en las cosas que más evidentes me parecen. Esta hipótesis ha sido diversamente interpretada; quién la tacha de fantástica y superflua, suponiendo que Descartes lo dice por juego y sin creer en ella; otros, por el contrario, la consideran muy seria y fuerte, hasta el punto de creer que encierra el espíritu en tan definitiva duda, que no cabe salir de ella sin contradicción. En realidad, la hipótesis del genio maligno ni es un juego ni un círculo de hierro, sino un movimiento dialéctico, muy importante en el curso del pensamiento cartesiano. Repárese en que la hipótesis del genio maligno, necesita, para ser destruida, la demostración de la existencia de Dios. Sólo cuando sabemos que Dios existe y que Dios es incapaz de engañarnos, sólo entonces queda deshecha la última y poderosa razón que Descartes adelanta para justificar la duda. ¿Qué significa esto? Significa el planteamiento y solución de un grave problema lógico, que luego ocupará hondamente a Kant: el problema de la racionalidad o cognoscibilidad de lo real. El genio maligno y sus artes de engaño simbolizan la duda profunda de si en general la ciencia es posible. ¿Es lo real cognoscible, racional? ¿No será acaso el universo algo totalmente inaprensible por la razón humana, algo esencialmente absurdo, irracional, incognoscible? Esta interrogación es la que Descartes se hace bajo el ropaje dialéctico de la hipótesis del genio maligno.

CERVANTES : EL QUIJOTE DE LA MANCHA (1605)

Capitulo II: De la segunda salida de nuestro buen caballero
Aquella noche quemó y abrasó el ama cuantos libros había en el corral y en toda la casa, y tales debieron de arder que merecían guardarse en perpetuos archivos; mas no lo permitió su suerte y la pereza del escrutiñador; y así, se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos por pecadores. Uno de los remedios que el cura y el barbero dieron, por entonces, para el mal de su amigo, fue que le murasen y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no los hallase -quizá quitando la causa, cesaría el efeto-, y que dijesen que un encantador se los había llevado, y el aposento y todo; y así fue hecho con mucha presteza. De allí a dos días se levantó don Quijote, y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros; y, como no hallaba el aposento donde le había dejado, andaba de una en otra parte buscándole. Llegaba adonde solía tener la puerta, y tentábala con las manos, y volvía y revolvía los ojos por todo, sin decir palabra; pero, al cabo de una buena pieza, preguntó a su ama que hacia qué parte estaba el aposento de sus libros. El ama, que ya estaba bien advertida de lo que había de responder, le dijo: -¿Qué aposento, o qué nada, busca vuestra merced? Ya no hay aposento ni libros en esta casa, porque todo se lo llevó el mesmo diablo.
-No era diablo -replicó la sobrina-, sino un encantador que vino sobre una nube una noche, después del día que vuestra merced de aquí se partió, y, apeándose de una sierpe en que venía caballero, entró en el aposento, y no sé lo que se hizo dentro, que a cabo de poca pieza salió volando por el tejado, y dejó la casa llena de humo; y, cuando acordamos a mirar lo que dejaba hecho, no vimos libro ni aposento alguno; sólo se nos acuerda muy bien a mí y al ama que, al tiempo del partirse aquel mal viejo, dijo en altas voces que, por enemistad secreta que tenía al dueño de aquellos libros y aposento, dejaba hecho el daño en aquella casa que después se vería. Dijo también que se llamaba el sabio Muñatón.
-Frestón diría -dijo don Quijote.
-No sé -respondió el ama- si se llamaba Frestón o Fritón; sólo sé que acabó en tón su nombre.
-Así es -dijo don Quijote-; que ése es un sabio encantador, grande enemigo mío, que me tiene ojeriza, porque sabe por sus artes y letras que tengo de venir, andando los tiempos, a pelear en singular batalla con un caballero a quien él favorece, y le tengo de vencer, sin que él lo pueda estorbar, y por esto procura hacerme todos los sinsabores que puede; y mándole yo que mal podrá él contradecir ni evitar lo que por el cielo está ordenado.
-¿Quién duda de eso? -dijo la sobrina-. Pero, ¿quién le mete a vuestra merced, señor tío, en esas pendencias? ¿No será mejor estarse pacífico en su casa y no irse por el mundo a buscar pan de trastrigo, sin considerar que muchos van por lana y vuelven tresquilados?
-¡Oh sobrina mía -respondió don Quijote-, y cuán mal que estás en la cuenta! Primero que a mí me tresquilen, tendré peladas y quitadas las barbas a cuantos imaginaren tocarme en la punta de un solo cabello. No quisieron las dos replicarle más, porque vieron que se le encendía la cólera.


Capítulo VIII: jamás imaginada aventura de los molinos de viento
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. -¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.

-Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. -Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas: -Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
-Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y, en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
-¡Válame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas, al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
-Dios lo haga como puede -respondió Sancho Panza.

CAPÍTULO XXI: Que trata de la alta aventura del yelmo de Mambrino
De allí a poco, descubrió don Quijote un hombre a caballo, que traía en la cabeza una cosa que relumbraba como si fuera de oro, y aún él apenas le hubo visto, cuando se volvió a Sancho y le dijo: -Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: "Donde una puerta se cierra, otra se abre".
Dígolo porque si anoche nos cerró la ventura la puerta de la que buscábamos, engañándonos con los batanes, ahora nos abre de par en par otra, para otra mejor y más cierta aventura; que si yo no acertare a entrar por ella, mía será la culpa, sin que la pueda dar a la poca noticia de batanes ni a la escuridad de la noche. Digo esto porque, si no me engaño, hacia nosotros viene uno que trae en su cabeza puesto el yelmo de Mambrino, sobre que yo hice el juramento que sabes.
-Mire vuestra merced bien lo que dice, y mejor lo que hace -dijo Sancho-, que no querría que fuesen otros batanes que nos acabasen de abatanar y aporrear el sentido.
-¡Válate el diablo por hombre! -replicó don Quijote-. ¿Qué va de yelmo a batanes? -No sé nada -respondió Sancho-; mas, a fe que si yo pudiera hablar tanto como solía, que quizá diera tales razones que vuestra merced viera que se engañaba en lo que dice.
-¿Cómo me puedo engañar en lo que digo, traidor escrupuloso? -dijo don Quijote-. Dime, ¿no ves aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? -Lo que yo veo y columbro -respondió Sancho- no es sino un hombre sobre un asno pardo, como el mío, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra.
-Pues ése es el yelmo de Mambrino -dijo don Quijote-. Apártate a una parte y déjame con él a solas: verás cuán sin hablar palabra, por ahorrar del tiempo, concluyo esta aventura y queda por mío el yelmo que tanto he deseado.
(…)Calló Sancho, con temor que su amo no cumpliese el voto que le había echado, redondo como una bola. Es, pues, el caso que el yelmo, y el caballo y caballero que don Quijote veía, era esto: que en aquel contorno había dos lugares, el uno tan pequeño que ni tenía botica ni barbero, y el otro, que estaba junto, sí; y así, el barbero del mayor servía al menor, en el cual tuvo necesidad un enfermo de sangrarse y otro de hacerse la barba, para lo cual venía el barbero, y traía una bacía de azófar; y quiso la suerte que, al tiempo que venía, comenzó a llover, y, porque no se le manchase el sombrero, que debía de ser nuevo, se puso la bacía sobre la cabeza; y, como estaba limpia, desde media legua relumbraba. Venía sobre un asno pardo, como Sancho dijo, y ésta fue la ocasión que a don Quijote le pareció caballo rucio rodado, y caballero, y yelmo de oro; que todas las cosas que veía, con mucha facilidad las acomodaba a sus desvariadas caballerías y malandantes pensamientos. Y cuando él vio que el pobre caballero llegaba cerca, sin ponerse con él en razones, a todo correr de Rocinante le enristró con el lanzón bajo, llevando intención de pasarle de parte a parte; mas cuando a él llegaba, sin detener la furia de su carrera, le dijo: -¡Defiéndete, cautiva criatura, o entriégame de tu voluntad lo que con tanta razón se me debe! El barbero, que, tan sin pensarlo ni temerlo, vio venir aquella fantasma sobre sí, no tuvo otro remedio, para poder guardarse del golpe de la lanza, si no fue el dejarse caer del asno abajo; y no hubo tocado al suelo, cuando se levantó más ligero que un gamo y comenzó a correr por aquel llano, que no le alcanzara el viento. Dejóse la bacía en el suelo, con la cual se contentó don Quijote, y dijo que el pagano había andado discreto y que había imitado al castor, el cual, viéndose acosado de los cazadores, se taraza y arpa con los dientes aquéllo por lo que él, por distinto natural, sabe que es perseguido. Mandó a Sancho que alzase el yelmo, el cual, tomándola en las manos, dijo: -Por Dios, que la bacía es buena y que vale un real de a ocho como un maravedí. Y, dándosela a su amo, se la puso luego en la cabeza, rodeándola a una parte y a otra, buscándole el encaje; y, como no se le hallaba, dijo: -Sin duda que el pagano, a cuya medida se forjó primero esta famosa celada, debía de tener grandísima cabeza, y lo peor dello es que le falta la mitad. Cuando Sancho oyó llamar a la bacía celada, no pudo tener la risa; mas vínosele a las mientes la cólera de su amo, y calló en la mitad della. -¿De qué te ríes, Sancho? -dijo don Quijote. -Ríome -respondió él- de considerar la gran cabeza que tenía el pagano dueño deste almete, que no semeja sino una bacía de barbero pintiparada. -¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza deste encantado yelmo, por algún estraño acidente, debió de venir a manos de quien no supo conocer ni estimar su valor, y, sin saber lo que hacía, viéndola de oro purísimo, debió de fundir la otra mitad para aprovecharse del precio, y de la otra mitad hizo ésta, que parece bacía de barbero, como tú dices. Pero, sea lo que fuere; que para mí que la conozco no hace al caso su trasmutación; que yo la aderezaré en el primer lugar donde haya herrero, y de suerte que no le haga ventaja, ni aun le llegue, la que hizo y forjó el dios de las herrerías para el dios de las batallas; y, en este entretanto, la traeré como pudiere, que más vale algo que no nada; cuanto más, que bien será bastante para defenderme de alguna pedrada. -Eso será -dijo Sancho- si no se tira con honda, como se tiraron en la pelea de los dos ejércitos, cuando le santiguaron a vuestra merced las muelas y le rompieron el alcuza donde venía aquel benditísimo brebaje que me hizo vomitar las asaduras.along -No me da mucha pena el haberle perdido, que ya sabes tú, Sancho -dijo don Quijote-, que yo tengo la receta en la memoria. -También la tengo yo -respondió Sancho-, pero si yo le hiciere ni le probare más en mi vida, aquí sea mi hora. Cuanto más, que no pienso ponerme en ocasión de haberle menester, porque pienso guardarme con todos mis cinco sentidos de ser ferido ni de ferir a nadie. De lo del ser otra vez manteado, no digo nada, que semejantes desgracias mal se pueden prevenir, y si vienen, no hay que hacer otra cosa sino encoger los hombros, detener el aliento, cerrar los ojos y dejarse ir por donde la suerte y la manta nos llevare. -Mal cristiano eres, Sancho -dijo, oyendo esto, don Quijote-, porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho; pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías. ¿Qué pie sacaste cojo, qué costilla quebrada, qué cabeza rota, para que no se te olvide aquella burla? Que, bien apurada la cosa, burla fue y pasatiempo; que, a no entenderlo yo ansí, ya yo hubiera vuelto allá y hubiera hecho en tu venganza más daño que el que hicieron los griegos por la robada Elena. La cual, si fuera en este tiempo, o mi DuDulcinea fuera en aquél, pudiera estar segura que no tuviera tanta fama de hermosa como tiene. Y aquí dio un sospiro, y le puso en las nubes. Y dijo Sancho: -Pase por burlas, pues la venganza no puede pasar en veras; pero yo sé de qué calidad fueron las veras y las burlas, y sé también que no se me caerán de la memoria, como nunca se quitarán de las espaldas. Pero, dejando esto aparte, dígame vuestra merced qué haremos deste caballo rucio rodado, que parece asno pardo, que dejó aquí desamparado aquel Martino que vuestra merced derribó; que, según él puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego, no lleva pergenio de volver por él jamás; y ¡para mis barbas, si no es bueno el rucio! -Nunca yo acostumbro -dijo don Quijote- despojar a los que venzo, ni es uso de caballería quitarles los caballos y dejarlos a pie, si ya no fuese que el vencedor hubiese perdido en la pendencia el suyo; que, en tal caso, lícito es tomar el del vencido, como ganado en guerra lícita. Así que, Sancho, deja ese caballo, o asno, o lo que tú quisieres que sea, que, como su dueño nos vea alongados de aquí, volverá por él
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miércoles, julio 02, 2008

106. CONTRATOS SOCIALES, VIGENCIA Y RUPTURA


"Cada hombre es enemigo de cada hombre; los hombres viven sin otra seguridad que sus propias fuerzas y su propio ingenio debe proveerlos de lo necesario. En tal condición no hay lugar para la industria, pues sus productos son inciertos; y, por tanto, no se cultiva la tierra, ni se navega, ni se usan las mercancías que puedan importarse por mar, ni hay cómodos edificios, ni instrumentos para mover aquellas cosas que requieran gran fuerza o conocimiento de la faz de la tierra ni medida del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo que es peor que nada, hay un constante temor y peligro de muerte violenta, y la vida del hombre es solitaria, pobre, grosera, brutal y mezquina". (HOBBES)

La libertad de cada cual - desprovista de cualquier control – se usa para el propio poder, en la forma que quiera, para la preservación de la propia naturaleza, es decir la propia vida, y es entendida – de manera absoluta - como “la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que, a menudo, pueden quitarle a un hombre parte de su poder para hacer lo que quisiera, pero que no le impiden usar su poder que le quede, según los dictados de su juicio y su razón”.


Pero para que la sociedad y la convivencia sean posible “un hombre debe estar deseoso, cuando los otros lo están también, y a fin de conseguir la paz y la defensa personal hasta donde le parezca necesario, de no hacer uso de su derecho a todo, y de contentarse con tanta libertad en su relación con los otros hombres, como la que él permitiría a los otros en su trato con él”.
Para asegurar la paz y seguridad entre los hombres es necesario establecer entre ellos un contrato ( “la transferencia mutua de un derecho”) y transferir al Estado los derechos que, de ser conservados y ejercidos de manera plena por cada uno, obstaculizarían la paz de la humanidad.

En tiempos de crisis - cuando las ideas y las costumbres prescriben - los pactos sociales se quiebran, los contratos pierden vigencia... y no es extraño que frente a una multitud de signatarios confiados de presuntos contratos vigentes se alcen numerosos individuos que no subscriben el contrato, que lo desconocen, que lo vulneran, que optan por un cierto retorno a la barbarie original. Frente a esta situación la libertad de los que han cedido sus derechos ante el poder común queda definitivamente amenazada, inerme, ajena a toda protección... y es difícil reconstituir o rearmar el tejido social.