miércoles, julio 09, 2008

108. BORGES Y SPINOZA

DOS POEMAS [1]:

(1) SPINOZA

Las translúcidas manos del judío

labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.

(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto

que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,

ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquél que es todas Sus estrellas


(2) BARUCH SPINOZA


Bruma de oro, el Occidente alumbra
la ventana. El asiduo manuscrito
aguarda, ya cargado de infinito.
Alguien construye a Dios en la penumbra.

Un hombre engendra a Dios. Es un judío
de tristes ojos y de piel cetrina;
lo lleva el tiempo como lleva el río
una hoja en el agua que declina.

No importa. El hechicero insiste y labra
a Dios con geometría delicada;
desde su enfermedad, desde su nada,
sigue erigiendo a Dios con la palabra.

El más pródigo amor le fue otorgado,
el amor que no espera ser amado.

[1] Borges pronunció una conferencia sobre Spinoza en abril de 1985 en la Sociedad Hebraica Argentina y con el título "El más adorable de los filósofos". El texto que tengo a la vista consta de páginas fotocopiadas de su publicación en portugués con fecha 15 enero de 1989 en el "Folha de Sâo Paulo" que lo titula "Borges confessa sua 'deslumbrada ignorância' sobre la obra de Spinoza". Echémosle una mirada. En su charla reconoce que había pasado la vida explorando a Spinoza, que se había propuesto hacía mucho tiempo escribir un libro sobre él y al fin no había podido hacerlo. Tenía en su casa varias ediciones de la "Etica", en alemán, en francés, en inglés, y muchos estudios y biografías. Pero al fin se dio cuenta de que había en ese hombre, que dedicó su vida a imaginar a Dios con amor intelectual, algo sobre lo cual no podía sino confesar su ignorancia, su deslumbrada ignorancia. Se dio cuenta de que no podía explicar a otros lo que no podía explicarse a sí mismo. Sobre el hombre Spinoza, refiere que su familia era de origen judío-portugués, que fue admirado por los sabios de su tiempo vivió entre 1632 y 1677, que rehusó cátedras en Heidelberg y en París para dedicarse a la meditación y a su trabajo de tallador de cristales para lentes y microscopios que tuvo que ver con la tuberculosis - causa de su muerte a los 46 años - y una ocupación a la que él mismo, Borges, dedicó la poesía. Estudió las Escrituras, el Talmud, la Cábala, a Maimónides y todos los filósofos de su tiempo. Manifestó que la idea de un Dios que escoge un pueblo y la de un Dios personal le parecían extrañas. Rechazó ambas cosas y divulgó sus dudas entre su comunidad. Pero no era ateo sino lo contrario: profesaba la idea de que todo es Dios. Su panteísmo se manifestaba en la fórmula "Dios, o sea la Naturaleza". Quisieron sobornarlo para que abandonara sus opiniones o las callara, pero como persistió en ideas heréticas la Sinagoga lo excomulgó y le impuso terribles anatemas personales y sociales.Es extensa, brillante y llena de perlas esta poco conocida conferencia de Borges. Por ahí recuerda que Bertrand Russell consideró a Spinoza "the most lovely", el más encantador de los filósofos y comenta que es más importante ser querido que ser admirado. Por ahí que aquel hombre recomendó "no llorar, no esperar, no temer; intentar comprender". Y en su párrafo de cierre: "No sé si conseguí darles una idea de ese adorable ser humano que fue Baruch Spinoza. El no creía en la inmortalidad personal pero escribió: 'Sentimos, experimentamos que somos inmortales'. Pero con esto no se refería a su yo sino a esa sustancia que somos. De algún modo, sentimos la inmortalidad de esa sustancia anterior en el tiempo a nuestro nacimiento, posterior a nuestra muerte en el tiempo".