martes, septiembre 02, 2008

116. INTERSUBJETIVIDAD, CUERPO, INTERIOR


Todos estamos, de alguna manera, dentro de una escafandra, ahogándonos en el interior, sin poder comunicarnos, con una sobrecarga de palabras y mensajes que nos atraviesan pero que no podemos pronunciar. Por las mirillas sólo se ven nuestros ojos que se mueven buscando, buscando, emitiendo señales, tratando de decirles a todos que estamos vivos, que queremos hablar, decir cosas… pero para eso es necesario que estén cerca nuestros, con posibilidad y capacidad de de-codificar los mensajes… Allí estamos, una parte de la vida o toda la vida. Y cuando más dentro de la escafandra nos sentimos, cuando nuestro interior se siente más aprisionado… la imaginación nos convierte en mariposa, y volamos queriendo bebernos de golpe toda la libertad. Toda.

Cuando las primeras escenas de la película nos muestra a la cámara que observa como si fueran los ojos de Jean Dominique, el hombre que han sufrido una parálisis general, vamos lentamente descubriendo que lo que suponemos un control médico se convierte en una tortura: entendemos todos, escuchamos todos, pero no podemos hablar, no podemos pronunciar palabras, estamos absolutamente paralizados… y a partir de allí se des-envuelve toda la historia y todas las historias de la película.


LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA: Dirección: Julian Schnabel.País: Francia.Año: 2007.Duración: 112 min. Interpretación: Mathieu Amalric (Jean-Dominique Bauby), Emmanuelle Seigner (Céline Desmoulin), Marie-Josée Croze (Henriette Durand), Anne Consigny (Claude), Patrick Chesnais (doctor Lepage), Niels Arestrup (Roussin), Olatz Lopez Garmendia (Marie Lopez), Jean-Pierre Cassel (Lucien), Marina Hands (Joséphine), Max Von Sydow (Papinou), Isaach de Bankolé (Laurent), Emma de Caunes (Eugenia). Guión: Ronald Harwood; basado en el libro "La escafandra y la mariposa" de Jean-Dominique Bauby.Producción: Kathleen Kennedy y Jon Kilik. Música: Paul Cantelon. Fotografía: Janusz Kaminski.Montaje: Juliette Welfing.


Hasta 1995, Jean-Dominique Bauby era un importante periodista que llevaba una vida normal y se desempeñaba como redactor jefe de la revista francesa Elle. Nada hacia preveer que, ese año, el hombre de 43 años sufriría una embolia masiva que lo dejó en coma. Veinte días después de ese episodio, Bauby salió del estado en el que se encontraba pero el cuadro detectado fue drmático: “síndrome de cautiverio”,. Había quedado paralizado de forma total, sin poder moverse, ni comer, ni hablar ni respirar sin asistencia. Sólo podía comunicarse a través del parpadeo de su ojo izquierdo y tuvo que resignarse a utilizar su imaginación y su memoria para no quedar atrapado para siempre en su propio cuerpo.


Para lograr que Bauby pudiera finalmente expresarse con su ojo, lo sometieron a una capacitación en un hospital de Berk-Sur-Mer, donde le enseñaron un código basado en las letras más comunes del alfabeto. Ése fue el método utilizado por él para dictar un libro que había prometido escribir (aunque no con ese título ni con ese contenido): La escafandra y la mariposa, una novela que no pudo disfrutar su autor debido a que la muerte lo sorprendió el 9 de marzo de 1997, tres días antes de que se distribuyera el libro. La película – impecable y muy creativa – está Inspirada en la novela homónima.
Toda la historia de la película muestra su limitado “regreso a la vida” en un hospital naval de Berk-Sur-Mer, le enseñan un código usando las letras más comunes del alfabeto utilizando el parpadeo de su ojo izquierdo. Mediante este parpadeo es capaz de deletrear letra a letra concienzudas palabras, frases y párrafos. Mediante este método es capaz de dictar una profunda aventura dentro del psique humano. Este método es capaz de abrir la prisión que resulta su cuerpo (la escafandra) permitiéndole planear sin límites el reino de la libertad (la mariposa). Hay algunos mínimos retazos del tiempo pasado que se suman a las fotografias que tapizan su habitación para acompañar su recuerdo: el día del accidente, el auto nuevo, la separación de su mujer, su vida en la revista, la paradisíaca vida con su nueva mujer (que se resiste a visitarlo y a verlo en semejante estado y prefiere recordarlo con vida), la relación con su padre (con quien tiene un diálogo extraordinario acerca de ese estar atrapado en algún lugar: en el cuerpo, en las habitaciones o en la vida).

Entre las muchas escenas curiosas que se puede observar, la relación inter-subjetiva que se establece está atravesada por una insalvable asimetría: Bauby es visto como un “vegetal”, como un cuerpo humano sin reacciones, porque ese ojo que se mueve en medio de un rostro deforme y un cuerpo inservible parece no existir, no ser. Cuando las bellas enfermeras y terapistas se asoman para anunciarles los diversos tratamiento no llegan a “verlo” como sujeto… pero para él, para ese interior intacto que piensa e imagina, siguen teniendo el mismo atractivo, el mismo encanto que han tenido las mujeres de su vida. Ese yo interior que discurre sin poder comunicarse es nuestro yo en miles de momentos de nuestra vida: tarde o temprano podemos expresarnos, hablar… aquí en cambio, solamente el ojo izquierdo podrá trabajosamente dar a conocer - traducidos en palabras – sus pensamientos.

No hay comentarios.: