viernes, septiembre 03, 2010

172. CONSTRUIR LA REALIDAD


FOTOGRAFIA COMO REFLEJO O COMO CONSTRUCCION

01. La identificación de lo real con su representación fotográfica tiene una base objetiva, ya que todos los seres u objetos iluminados que están frente al objetivo son fijados en la superficie sensible sin mediaciones. Cuando uno tiene en la mano un negativo del siglo XIX de la plaza de la Victoria, por ejemplo, sabe que la imagen del Cabildo es el resultado de la luz por él reflejada imprimiendo la emulsión sensible. La conciencia de ese proceso produce una emoción particular: sentimos que en la mano sostenemos un instante del pasado en estado de existencia efectiva permanente. Ese es el origen de la definición de Barthes de la esencia fotográfica: el estar aquí de lo que ya no está.

Desde su inicio, la fotografía combinó este carácter de reflejo concreto de lo real con otro de artificio convencional, ya que era en blanco y negro. Esta última característica fue profundizada por los diversos procedimientos de manipulación de la imagen que forman parte de la historia del medio. Los daguerrotipos, primera técnica fotográfica universal, fueron tempranamente intervenidos con toques de color, por ejemplo. En general, la manipulación estuvo orientada a mejorar el resultado de la imagen. En este sentido, el Photoshop es un eslabón más en la antigua cadena de posibilidades de manipulación de la imagen analógica. En todo caso, facilita y multiplica procedimientos preexistentes.

La manipulación fotográfica también tomó caminos lúdicos y creativos desde el inicio. Trucos como el retrato de una persona dialogando consigo misma, o de cuerpos deformados ópticamente, o de imágenes con tonos invertidos, o los fotomontajes, que habilitaban combinaciones fantásticas de todo tipo, menudearon a través del tiempo. Dicha posibilidad creativa basó siempre su efecto en la identificación de lo real con su representación fotográfica. Si así no fuera, la imagen de un burro muerto sobre un piano, ilustración clásica del film Un perro andaluz, de Buñuel, no simbolizaría su carácter surrealista.

Hoy, el Photoshop permite jugar con retratos propios y ajenos a voluntad. Al parecer, las personas se están habituando a ver y a mostrar sin escándalo su propia cara con cirugía estética virtual. Parece una nueva convención, pero tampoco lo es. A fines del siglo XIX, las cinturas de voluminosas matronas porteñas fotografiadas por Witcomb eran reducidas mediante el retoque de los negativos a dimensiones increíbles (de allí esas fotos de mujeres con bustos enormes y cinturas de avispa, en combinación incongruente). Estos retratos no eran secretos. se exhibían en el salón principal de la casa sin pudor, ya que el embellecimiento convencional de la apariencia fotográfica femenina lo aprobaba. (LUIS PRIAMO)



02. Quizá no todos los lectores lo sepan, o quizá lo sepan pero no lo recuerden cada vez que leen una entrevista en un periódico: los reportajes se editan, pasando por un Photoshop que atenúa las imperfecciones mayores, casi inevitables, en la lengua hablada. Todo es algo mejor de como fue dicho, porque la imprecisión vuelve cualquier texto poco tolerable. Cuanto más larga haya sido la entrevista real, más fuerte será la edición del reportaje publicado.

Hay personas que, hablando, son casi tan buenas antes de la edición como después; también hay ediciones de reportajes que, porque no se ha entendido lo que dijo el entrevistado, son peores que el registro oral. En los comienzos del periodismo moderno, cuando no existían los grabadores, el cronista anotaba los dichos del entrevistado. El proceso de "edición", que tenía lugar a medida en que el entrevistado hablaba, era sin duda mucho más intrusivo. Cuando se leen diarios de hace más de medio siglo siempre sorprende la falta de "realismo" de los reportajes que se hacían sin grabador. Estamos, por un lado, acostumbrados a cierto "realismo". Por el otro, es imposible olvidar que el "realismo" es un estilo, no un espejo. Basta comparar un testimonio publicado por un diario y el mismo testimonio escuchado en la radio o en TV.

Pero además, las posibilidades técnicas nos acercan a otro tipo de "realismo": el del detalle. Si se miran diarios de la Segunda Guerra enseguida se comprueba que las fotos publicadas, que en su momento parecían el colmo del "realismo", carecían de la precisión de detalles de las actuales porque las técnicas de impresión estaban más atrasadas que las fotográficas, excepto en las grandes revistas, que imprimían sobre papel ilustración con máquinas muy sofisticadas.

Con esto quiero señalar que el "realismo" no existe. Hay técnicas y estéticas que permiten una nitidez mayor o menor. Y además de las técnicas está la ideología. La mayoría de las celebrities tienen una ideología perfeccionista: quieren ser vistas mejor de lo que son. Este deseo empezó a ser compartido por los políticos y, sobre todo, por las mujeres de la política.

Nadie defendería una foto de la cual se hayan borrado las imágenes de opositores; nadie propondría que se embelleciera el registro de un barrio miserable; nos parece intolerable que un fotógrafo estetice una escena desgarradora. Pero damos por descontado que las celebridades tienen derecho a decidir su imagen ideal y, en consecuencia, también tienen derecho a proscribir el uso de sus imágenes "realistas". La promesa de juventud y belleza se ha democratizado y reclaman su cumplimiento no sólo los bellos y los jóvenes.

Hace 20 años, la periodista de una revista dedicada a los famosos me dijo: "Aquí todo el mundo tiene que salir lindo". En ese momento, tal objetivo comprometía, de modo sistemático, solamente a las páginas de esa revista. Hoy es una reivindicación de casi todo el mundo. (BEATRIZ SARLO)

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