lunes, octubre 12, 2009

163. EN TORNO AL PENSAMIENTO

• No piensa sólo el que tiene ganas, sino el que sabe pensar.
• No piensa sólo el que sabe pensar, si el que encuentra una vocación, una oportunidad, una fuera interior para hacerlo
• Para pensar se necesita tiempo. El pensar no es compatible con las urgencias de lo cotidiano y dedicar el tiempo a pensar no representa pérdida, sino inversión.
• Para pensar se necesita espacio: espacios de libertad, ámbitos de pensamiento. No se puede pensar en cualquier lugar.
• Pensar lo urgente (que es una forma de pensar) inhabilita la posibilita de pensar lo importante, porque para lo importante se necesita capacidad, tiempo, libertad, ganas, compromiso.
• Como en la poesía, puede haber un “pensar urgente”, pero es mejor el pensar consolidado, firme, seguro. La trinchera y el campo de batalla activan un tipo de pensamiento: el juego incesante de la táctica y de la estrategia, pensamiento coyuntural, de emergencia. Pero el verdadero pensamiento ama el camino solitario, el atardecer, un refugio, un escritorio silencioso, una música serena, paz interior, obligaciones laborales postergadas, serenidad, mucha calma.
• Por lo tanto pensar es una actividad importante: no es perder el tiempo. Si alguien nos dice “estoy pensando” (y lo dice en serio), nos comunica que está seriamente ocupado en el pensamiento.
• Es una verdad a medias afirmar que “pensamos siempre”, como afirma criteriosamente U.ECO. Con frecuencia es una forma de asegurar que no se piensa. De hechos, ciertas decisiones (atrevidas, equivocadas, riesgosas, victoriosas, necesarias en la vida por cierto) aparecen cuando uno ya no piensa, cuando prefiere no pensar.
• Es verdad que no hay tiempo para pensar. No hay tiempo para nada importante. Pero el tiempo se multiplica para lo que nosotros consideramos valioso. El pensar debe volverse valioso para que nosotros le encontremos tiempo.
• El pensamiento y el lenguaje trabajan de manera articulada. Verbalizamos nuestro pensamiento (mentalmente o fónicamente: es curioso ver o vernos repetir lo que pensamos para anticipar lo que diremos o tenemos intención de decir).
• La palabra necesita del pensamiento para volverse palabra, para que estalle llena de sentido, para que sea significativa. Cuando más pensamos al hablar, al decir, al pronunciar, mayor es el efecto: en discursos, palabras al oído, educación. La palabra vivifica o mata.
• La filosofia no es más que la morada del pensamiento, una morada privilegiada pero no una morada exclusiva. La filosofia no es un barrio privado o un club de campo, que incluye y excluye, que levanta cercos y contrata guardias de seguridad (de los que después desconfía). No es un club exclusivo para quienes pagan la cuota de inteligencia presunta, de manejo de cierto tipo de conocimiento, con su patrón temático o su sujeto epistémico. No es (no debería ser) un club de pocos que construye suntuosas residencias para señores y señoras aburridos que luego inventan crímenes perfectos o imperceptibles o se escandalizan porque la sociedad es insegura, cruel, desigual, bárbara, violenta, descontrolada, loca, extraña, ajena.
• La filosofía no elige la estrategia de la huida o del encierro, suponiendo que es allí en donde se construyen los verdaderos mundos: detrás de los cercos (murallas firmes y compactas) no se ve nada, la realidad se clausura y sólo hay mundos virtuales construidos por subjetividades ideológicamente atrincheradas. Allí uno sólo se ve a sí mismo, uno sólo descubre a los mismos, a los si mismos, a la gente como uno, a los deseables (no a lo indeseables)….
• Por eso la filosofía es una morada del pensamiento, pero no territorio que multiplica los carteles: PROPIEDAD PRIVADA. ABSTENGANSE DE PENSAR LOS QUE NO SEPAN FILOSOFIA. Por el contrario es un refugio en la montaña, un parador en la ruta que permite reponer fuerzas, abrevar en sus fuentes de aguas purificadas, descansar en sus textos, consultar los mapas (o los GPS), requerir información, descansar de forma segura. También un lugar par dar cuenta de lo que se hace (como eso lugares de las carreras en las que se da cuenta del paso), de confirma el rumbo, se aceptan sugerencias, se dejan testimonios y tesoros.
• En este sentido podemos afirmar que el pensamiento está en la filosofía y en muchos otros lugares en los que la filosofía cambia de nombres o necesita para un trabajo que lo abarque todo. Está en los libros de filosofía y en la palabra de los filósofos y en muchos otros textos y generadores de pensamientos.
• Por eso el pensamiento encuentra también refugio en la metáfora, en la poesía. Lo hace precisamente cuando se agotan las referencias, se sale de cuadro la posibilidad de expresión y es necesario recurrir a otra dimensión. La metáfora es un refugio para el pensamiento que no se encuentra en los lugares habilitados… y entonces opta por convertir a las palabras (sonoras, elegidas, necesitadas de interpretaciones) en su refugio…
• Tal vez por eso el pensamiento latinoamericano y argentino ha sido un pensamiento demorado, esquivo, plural, difícil de encasillar, de encontrarle forma propia. Como la identidad que se nos escurre y no la podemos apresar, también el pensamiento es esquivo, proteicos, multiforme.
• Nuestra identidad – compleja, cruzada, múltiples, llena de disrupciones – requiere del pensamiento, de la mirada que permite pensar lo que somos, mientras seguimos siendo, mientras seguimos marchando… y la función de la filosofía tal vez sea la de una gran articuladora del pensamiento, una macroarticuladora, con una función de metapensamiento. En algún lugar debemos encontrar una síntesis, que no implica un mayor nivel o jerarquía, sino un lugar de cruce de todos los discursos que – kantianamente, hermenéuticamente – construye la condición de posibilidad de cada uno de ellos y de un discurso común.
• La filosofía debe hacer eso, debe ser eso. En el hacer se le devela y se la va el ser: debe ser un lugar del pensamiento que habilita todos los pensamientos. Que anima a los que cansados ya no piensan, que frena a los que apurados quieren pensar en un ritmo que la sociedad, el tiempo, las circunstancias no digieren, que serena a los que sólo piensan en medio del conflicto y la pelea, que motiva a los que suponen que han muerto todas las ilusiones y se han clausurado todas las utopías, que humildemente sabe reconocer pensamientos que la sobrepasan en calidad, en medios de expresión, en profundidad (un poema, una imagen, un diálogo en una obra de teatro, una canción, una escultura, escenas de una película, un cuadro).
• Nuestro pensamiento se desborda, por que rompe los bordes, agrietas las muros, bulle y rebalsa, salta, se cae, corre, inunda, molesta. Porque no puede ser el pensamiento que era (aunque siga siendo categorialmente el pensamiento que era).
• Para la filosofía todo constituye un problema, despierta en ella un campo de investigación: el entorno en que vivimos, este espacio atravesado por el tiempo que ha convertido a la América en la que vivimos en el territorio que la historia ha construido. Somos nuestro espacio, pero nuestro espacio es nuestra historia y nosotros deambulamos en ambos como unidad, buscando la identidad que nos constituye. La experiencia europea es la de haber sido desde siempre, de haber sido centro, referencia, lugar. Nosotros en cambio necesitamos construirnos, re-conocernos.

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