martes, diciembre 09, 2008

126. ¿CONCIENCIA Y CULPA?



El los llama "los muertos", así, en general, y asegura que se le aparecen noche tras noche por la pequeña ventanita enrejada de la celda. “No puedo dormir. Me da miedo que metan la mano por la reja y me agarren.” ¿Quiénes son? “Muertos, no sé. “¿Reconocés las caras? “Algunos son personas del barrio a las que mataron. Pero otros no sé quiénes son.”
Lo que le ocurre a Jonathan es dificil de saberlo, ya que desde que fue detenido, hace más de un mes y medio, sólo ha sido entrevistado por el psicólogo un puñado de veces y con intervalos increíbles: como el psicólogo se fue de vacaciones, se ha quedado sin nadie con quien hablar por más de dos semanas, según surge de su legajo personal. Quizá sea uno de esos casos de los que habla la Corte, cuando advierte sobre los "blancos móviles": Jonathan tiene miedo de que lo maten por haber caído preso, aunque no sabe o no dice si desconfía de la Policía. Aunque también puede que el temor que no lo deja dormir provenga de alguna carga del inconsciente o, lo más probable, de la abstinencia obligada a la que lo arrojaron sin nada a cambio. Desde que está detenido, debió dejar de consumir el paco que lo acompaña desde los once años.
Entre las caras que ves por las noches, ¿se te aparece alguna de las personas a las que asaltaste? “Yo nunca maté a nadie y veo muertos. A veces me acuerdo de algunas personas, de las señoras que cuando te ven entrar se largan a llorar. Me dan lástima. O cuando los dejamos atados en el baño y después pienso..Uy, ¿y cómo van a soltarse?”

Jonathan tiene 16 años. Es lo mismo que nada, aunque también es suficiente para muchas cosas. Ha pasado toda su vida en Puerta de Hierro, un barrio de La Matanza famoso por la violencia que recorre sus callecitas y por el furor que ha concentrado el paco y otras drogas destructivas que circulan entre los pobres. A su edad, Jonathan es todo lo vulnerable que permite su historia y todo lo peligroso que se le achaca. Es uno de los detenidos por un crimen cometido por una banda de adolescentes que ingresó a la casa a robar. Uno de los ladrones le pegó dos tiros al padre, frente a sus hijos. Y ahí lo dejó, muerto. “Yo no estuve ahí, no sé qué pasó. Estaba en otro lado.”
Haya estado o no en la escena del crimen, Jonathan tiene una vinculación temprana con la violencia y ha cometido asaltos en casas particulares, aunque jura que nunca lleva armas. “A las casas entramos cuando hay gente, para que nos digan dónde está la plata.”
¿Qué será de Jonathan cuando salga libre? Será en poco tiempo o en algunos años, pero ese día llegará. El director del instituto donde está preso le presta atención y hasta pidió asistencia para tratar su problema de adicción, aunque todavía no consiguió personal especializado. El sistema es más fuerte que las voluntades. Pero Jonathan piensa en su futuro. O tiene una respuesta cuando se lo preguntan. “Lo primero es irme del barrio con mis hermanitas. Y meterme en una comunidad terapéutica para dejar lo de la droga. Mi papá me quería llevar a trabajar con él. En una de esas se puede.”

Los muertos de la noche, hasta que algo cambie de fondo, seguirán amenazantes. CLARIN. 07.12.08
NORO JORGE EDUARDO
norojorge@gmail.com

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