sábado, octubre 13, 2007

014. PENSAMIENTO LOGICO Y PENSAMIENTO CRITICO

La filosofia occidental – a partir de los sofistas y especialmente con el aporte de Aristóteles – creció asociada a un tipo especial de organización del pensamiento, una forma específica de categorizar la realidad, de nombrarla y de organizar el lenguaje: la lógica. La filosofía y la lógica han crecido de la mano a lo largo de la historia del filosofar, tanto que estudiar una implicaba el estudio de la otra. El realidad la lógica no es privativa del pensamiento filosófico, sino de todo tipo de pensamiento, particularmente de aquellos saberes que trabajan con las estructuras del pensar. Por ejemplo, en las ciencias jurídicas, en el tratamiento de las leyes, en las acusaciones y defensa de los imputados hay un uso intensivo de la lógica y de sus estructuras demostrativas y argumentativas.

La lógica ha tenido varios recorridos: en la antigüedad, en la edad media y en la modernidad creció asociada a estructura de la lengua. La lógica y el discurso funcionaban juntos, hasta tal punto que el análisis de las estructuras gramaticales se denominaba “análisis lógico de la oración”, y había una co-relación entre concepto y sustantivos, oración y proposición, razonamiento y párrafos y discursos. Esta lógica clásica es la lógica que partiendo de los conceptos como unidad significativa (y cuya claridad y comprensión caracteriza el dominio del conocimiento), trabaja con las uniones de conceptos para constituir juicios o proposiciones y arriba a los diversos tipos de razonamientos. El razonamiento privilegiado es el deductivo y, en él, la inferencia mediata que reúne dos premisas y una conclusión: el silogismo. No se descartan otras formas de razonamientos como el inductivo, el analógico, el polisilogismo, etc, pero la unidad de análisis es el silogismo. Los errores deliberados o involuntarios con respecto al uso del razonamiento se transforman en falacias (equivocaciones) o sofismas (engaños). Las reglas del razonamiento – muy reelaboradas técnicamente y practicadas durante la edad media - son las que guían el procedimiento del buen pensar, de la argumentación adecuada, de la demostración perfecta.
Por su parte, a partir de fines del siglo XIX y en el siglo XX la lógica tiende a asociarse con la ciencia, especialmente las ciencias formales, duras, exactas para copiar de ellas el rigor de sus términos y la seguridad de sus conclusiones. Para ello debe desprenderse de la equivocidad de las palabras (que siempre tienen más de un significado) y convertir los términos en variables como las variables de la matemática (x, y z), utilizando signos de coordinación y subordinación tomados también de las ciencias exactas. Esta lógica tampoco es privativa de la filosofía sino que forma parte de los aprendizajes (teoría de conjuntos) y de la producción de las ciencias. Y el uso que de la misma ha intentado hacer la filosofía para asegurarse que las conclusiones a las que arriba tengan una conclusión cierta y confiable ha limitado las posibilidades de abordaje de los problemas que caracterizan al filosofar, ya que muchos de ellos se resisten a un tipo de formación como la deseada.
Al calor del avance del conocimiento han irrumpido otros tipos de lógicas, las que abandonas las lógicas bivalentes (verdadero / falso, A o B, tercero excluido) para incorporar las lógicas trivalentes (o del tercero incluido), lógicas polivalentes, lógicas difusas, la lógica de la incertidumbre que se atreve a jugar con territorios, problemas, formulaciones menos ciertos y seguros, mas borrosos, pero necesitados de abordaje, reflexión y respuestas.

Pero la filosofia además de lógica es crítica. Es decir que su pensamiento no sólo se estructura y se ordena sino que sale a la realidad a des-naturalizar lo ya dado, a discutir lo que todos afirman, a preguntarse “por qué las cosas son así y no pueden ser de otra manera”. La filosofía no siempre legitima lo que existe, sino que frecuentemente comienza con un proceso de destrucción, sospecha y duda. No es una posición pesimista y negativa: la crítica representa una situación del pensamiento que desea establecer las razones de todo, las condiciones de posibilidad de lo que decimos, tenemos o hacemos. Y en esa búsqueda acepta y aplaude lo positivo, y censura y condena lo negativo. Y lo hace para construir, proponer, poner en marcha una realidad mejor, superior. Cuando Descartes, Hume, Kant, Nietzche o Husserl critican la filosofia precedente y tratan de destruir sus argumentos, lo hacen para construir un edificio más sólido. Con los escombros de las ideas y la filosofía anterior edifican una nueva construcción: de la crítica nace la propuesta, de las observaciones sobre el pasado las certezas del presente. Por eso la filosofía es siempre crítica: crítica del obrar moral, crítica de la sociedad, crítica de las prácticas políticas, crítica del conocimiento, crítica de los recursos lógicos o argumentativos. Pero esa “presencia crítica” es una presencia saludable porque cuando se superan las observaciones, cuando se hace lugar a los reclamos, es posible que se logre construir una realidad mejor.

En este sentido, la filosofia y su estudio cumplen una función importante en los diversos entornos personales, institucionales, sociales: genera pensamiento, pensamiento asociado a rigurosidad (no mera opinión espontánea), fundamento y crítica. Quien trabaja, dirige, se relaciona puede ser mejor, porque el que piensa en estos términos es mejor: mejor persona, mejor amigo, mejor colega, mejor director, mejor agente. Pueden ser de utilidad palabras utilizadas en otros contextos que son aplicables a esta situación:

Los que piensan siempre buscan razones, y dan razones de lo que son, de sus ideas, de lo que hacen. Son críticos pero saben sumar a sus denuncias sus propuestas, y suman su responsabilidad y su trabajo para cambiar lo dado. Pensamiento que se pregunta el por qué de las cosas, de las indicaciones, de las costumbres, por qué son como son y por qué no pueden ser de otra manera. Sobre todo es un pensamiento atrevido, contagioso y compartido, y cuando son muchos los que piensan – en serio – no hace falta que alguien piense por todos… y hay menos riesgo de equivocarse. Sin embargo no creemos en la expresión de meras palabras, protestas o quejas, porque un pensamiento que no se sume a la acción es un juego de palabras, un discurso vacío. Desde el pensamiento los que piensan movilizan la realidad porque se asumen como responsable de ella.

Para tener un pensamiento crítico hay que pensar, hay que armar de pensamiento a los usuarios, a los agentes, a los funcionarios, a las instituciones y al sistema, despertar y alimentar la capacidad de pensar porque eso aseguraría respuestas creativas, críticas y racionales a las situaciones que se presentan; y en esta dirección es bueno recordar que los que están al frente de las organizaciones - con algún grado de autoridad y responsabilidad - no son los que piensan por todos, sino los que más piensan (que son cosas muy distintas) y tienen por eso mismo la capacidad de articular los conocimientos de todos, construyendo circuitos de consensos y acuerdos. Y pensamos cuando tenemos criterio, cuando manejamos el sentido común, cuando tenemos capacidad de análisis, cuando mediamos en situaciones de conflictos, cuando encontramos una salida o una solución más allá de lo ya sabido o establecido y, sobre todo, cuando sabemos dar razones de lo que comunicamos, ordenamos o controlamos. Pensamos cuando confiamos en los que piensan y no en quienes no lo hacen, porque los que piensan pueden sanamente oponerse a nuestro pensamiento, construir dialécticamente una síntesis mejor. Los que no piensan, tienen el sí fácil, pero empobrecen nuestra gestión porque anulan su propia libertad, autonomía, creatividad. Y en el marco de la calidad total se puede certificar el carácter de “bienpensante” (en el buen sentido del término) que todos deberíamos tener.
NORO JORGE EDUARDO
norojorge@gmail.com

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