domingo, junio 15, 2008

103. KANT + POR DEBER + DESAPARECIO UNA NOCHE


La película “Desapareció una noche” primera película dirigida por Ben Affleck, con Casey Affleck, Michelle Monaghan, Morgan Freeman, Ed Harris, John Ashton, Amy Ryan, Titus Welliver, y sobre novela del mismo autor de “Río Místico” muestra un relato de creciente complejidad sobre un tema controvertido: el secuestro y la violencia sobre los chicos (algún frecuente en muchos lugares del mundo). Lo curioso de la película es esa voz que va relatando no sólo lo sucedido o lo que sucedió, sino en entorno, la gente, los temores, las frustraciones, las dudas que tienen no sólo los protagonistas, sino el entorno en donde suceden las acciones (Boston). La pareja que se hace cargo – por pedido de sus familiares – del secuestro junto con la policía vive y expresa sus desacuerdos en términos de estrategias: sus vidas se juegan con la historia. De hecho hay momentos de tensión y de una violencia que pasa de lo implícito y sugerido a lo implícito (el tiroteo en la casa, el descubrimiento del cuerpo de un niño desaparecido, la muerte de un oficial, la irrupción armada en un bar).
Hay un momento de la película (después del episodio en torno a la laguna artificial formada en una cantera abandonada) en que todo llega a un final desesperante: Amanda, la niña ha desaparecido, está muerta, a su madre le entregan un acta de defunción y una ceremonia cierra la historia. Pero uno tiene la sensación de que falta algo, que falta lo más importante.Siguen desapareciendo chicos y se mantiene la lucha de la pareja protagonista Patrick Kenzie y Angela Gennaro. Pero hay algo de comienza a de-velarse a partir de un punto límite: el momento en el que el instrumento de la justicia, quien se dedica a la búsqueda de personas desaparecida, comete una injusticia, al matar por su cuenta a un secuestrador de chicos.Sabe que más allá de eso no hay otro fondo, que ha llegado al final. Desde ese lugar y desde las confesiones del policía Remy Bressant (Ed Harris) - que juega el papel de interlocutor de estrategias y de criterios - comienza a descubrir los principios éticos (o la ausencia de los mismos) que dispara los dilemas morales. Porque el tema no es matar o no matar, decir la verdad o mentir, descubrir culpables o inventarlos, informar correctamente o crear informes falsos… sino que todas esas acciones no son en sí mismas ni buenas ni malas, ni condenables, ni discutibles. Dependen de la intención de quien lo ejecuta: si los fines son correctos, si lo que se persigue es bueno, si la solución es un estado ideal o superior al estado real todo se justifica, todo puede ser salvado."Un niño nunca te juzga. Siempre pone la otra mejilla. No hay nada más cristiano que un niño", dice un personaje. Y es una forma de anticipar los argumentos. La violencia parece ser un hecho normal, natural, imposible de erradicar de la sociedad. Lo que se plantean son dicotomías entre la elección ética, propia del individuo, y la moral del conjunto. Lo que se debe hacer y lo que uno – en cada circunstancia – puede hacer.Buscar, de-velar, recordar implica someter a sospecha todo, y Patrick inicia un proceso inquisidor (peguntar, inquirir) que va descubrimiento la trama de mentiras que ha acompañado la desaparición de la ya casi olvidada Amanda: todos tienen razones para explicar lo que han hecho, porque los hechos pueden ser malos, pero pueden estar debidamente justificados. Y un velo sigue a otro velo, un descubrimiento a otro descubrimiento, porque la verdad tarda en aparecer, se resiste, ama el ocultarse.Cuando por fin llega al lugar definitivo, cuando “le da alcance a la verdad”, los seres perfectos, los héroes públicos, los homenajeados(Jack Doyle: Morgan Freeman), son los que ocultan sus miserias, pero tienen atendibles razones para hacerlo.Allí, al final, cuando todo se aclara, los conflictos éticos son los más intensos. Ya con anterioridad ya Remy, había anticipado: ¿Matar? Depende de otra cuestión: a quién se mata. Y se puede agregar: cómo se mata, quién mata, cuándo se mata, por qué se mata. Estos interrogantes relativizan el “no matarás” y no habilitan o lo prohíben según conveniencia. Pero en el diálogo final – absolutamente kantiano en donde los imperativos rigen sin condicionamientos y sin inclinaciones, por el absoluto “deber ser” – se enfrentan las dos posturas: la acción del secuestro fingido se justifica plenamente porque la vida presente y futura de la niña Amanda corre serios riesgos debido al miserable e irrecuperable tipo de vida que lleva la madre… y por la excelencia de vida que le ofrecen los “nuevos padres”… por el contrario Patrick supone que el secuestro siempre está mal, que el bien presente y futuro no se puede construir sobre un engaño, una mentira, una agresión. Uno y otro apuestan al futuro, a lo que diría Amanda grande sabiendo lo sucedido y cada uno imagina lo que le corresponde. Patrick sabe que perderá a un amigo a quien admira y que ha sufrido mucho (Jack Doyle también ha perdido un hijo en un secuestro), y sobre todo – y esto casi es un ejemplo típico de Kant – su decisión le hará perder a la persona que más quiere, a Angela, que le ha advertido que si termina denunciando la situación lo abandonará. Patrick toma la decisión y supone, exige que la verdad prime por sobre cualquier tipo de condicionamiento.Es más: la escena final es trágica, pone a prueba los principios éticos, porque la situación degradante denunciada por los “buenos” secuestradores se sigue produciendo… y Patrick debe quedarse como un salva-vidas de ocasión para una Amanda que seguramente crecerá abandonada.Todos los debates siguen abiertos… y la película.

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