miércoles, abril 29, 2009

145. EL CONOCIMIENTO Y LAS NUEVAS TECNOLOGIAS


(1) El proceso del conocimiento, la co-relación sujeto – objeto está mediada, en nuestro tiempo, por una serie de elementos tecnológicos que nos ayudan a percibir o se interponen en nuestra percepción: aumentan la capacidad de la visión (precisión, distancia, claridad, distinción) o del oído (volumen, presencia o ausencia, modulación, etc.). Pero al mismo tiempo esos mismos objetos tecnológicos se ponen en el medio, ponen una barrera entre nosotros (como sujetos) y los objetos. Los medios de comunicación, por ejemplo, son medios de conocimiento o – también – medios que alteran o tergiversan nuestra capacidad de conocer. Vemos, escuchamos, pensamos, opinamos lo que los medios nos dicen, nos muestran, ponen en nuestras pantallas o en nuestros oídos. Los acontecimientos sociales son una prueba al respecto: nunca podemos saber si lo sucedido es tal como se nos muestra: una protesta, una manifestación, una intervención violenta, una revolución o una guerra. Los medios nos regalan la “síntesis categorial” que construye el objeto, pero frecuentemente se trata de una síntesis que responde a intereses, ideologías o miradas que nunca son objetivas.

(2) De alguna manera, solamente con una función crítica puedo “saltar el medio” y llegar al objeto y no quedar preso – por comodidad o ignorancia – del medio mismo, que termina por crear, construir el objeto. Frecuentemente la noticia, el tema, el problema es una producción de los medios, que instalan una situación, la desarrollan durante un tiempo y, luego, deciden abandonarla, sustituyéndola por otras. Pero a los espectadores y oyentes les crea la sensación (transformada en certeza) de que algo es verdadero si los medios lo producen, lo exhiben, lo desarrollan. Así, por ejemplo: una denuncia de corrupción, un caso de violación, los detalles de un accidente, los numerosos casos de inseguridad, la confianza o el desprestigio de un gobierno, etc.

(3) Hay una nueva subjetividad instalada especialmente en las nuevas generaciones, que le otorga un valor de certeza y verdad, a la opinión, porque se la considera la “verdad personal”, la propia certeza. No se trata de buscar “verdades”, sino de avanzar por la vida defendiendo las propias opiniones.

(4) Pareciera que los medios que tenemos a nuestro alcance que multiplican nuestro acceso a la información nos obligan a permanecer en los fenómenos y a olvidar al noùmeno, es decir, renunciar a la posibilidad de profundizar la información para convertirla en conocimiento: debe ser lo que dicen, lo que muestran, lo que aparece.

(5) La crisis del lenguaje, el escaso manejo de vocablos y de síntesis, nos deja sin mundos, porque los objetos no pueden ser designados. Todo conocimiento implica incorporar lo conocido, darle una entidad a través de la palabra. Sin las palabras el mundo es más pobre y más limitado. Y esta civilización de las imágenes y los sonidos es una civilización huérfana de palabras.

(6) Abundan los recursos para registrar los objetos del conocimiento, los sustitutos tecnológicos de la memoria (grabadores, filmadoras, máquinas de fotos, celulares, archivos de imágenes, de voz, de música, de información), pero decrecen nuestras capacidades subjetivas para archivar en nosotros mismos, procesar y sistematizar ese aluvión de información. El ejemplo más típico son los viajes: frecuentemente se regresa con una multitud de registros y pocas vivencias de los lugares visitados.

(7) Los nuevos hábitos sociales tecnológicos nos permiten disponer de los archivos personales colgados en la red virtual, accesibles a todos los usuarios con la posibilidad de conocer al otro, su entorno, su familia, sus afectos, su vida, sus viajes…como si fuera alguien que con-vive con nosotros, aunque sea alguien a quien jamás llegaremos a conocer realmente. En este sentido los conocimientos y las relaciones inter-interpersonales virtuales parecen crear en nosotros la certeza de un conocimiento que es una construcción subjetiva y no objetiva.

(8) Frente la unívoca relación sujeto – objeto que presentamos como la relación típica en el conocimiento, las nuevas tecnologías han instalado relaciones multívocas (un sujeto con numerosos objetos), es decir: la capacidad del conocimiento en paralelo: especialmente las jóvenes generaciones pueden leer un texto, escuchar música en un mp3, chatear con varios amigos, mandar mensajes por el celular, y vigilar el trabajo de la computadora que baja algún programa o alguna película.

(9) Es muy probable que toda esta riqueza de medios tecnológicos maravillosos necesite – como en su momento la irrupción del libro impreso en la cultura – la intervención de una institución (como la escuela en el siglo XVI) que ayude a usar, procesar, darle curso a tanta creatividad y abundancia para no quedar náufragos y a la deriva, nuevos “quijotes”, que de tanta tecnología subjetivada terminemos perdiendo la razón, aunque sin darnos cuenta.

lunes, abril 27, 2009

144. CULTURA OBJETIVA + CULTURA SUBJETIVA


CULTURA OBJETIVA: la cultura es la creación, la realización, la producción incesante del hombre y de la comunidad. En ella el mundo de lo humano aparece en formas objetivas y en patrimonio registrable y acumulado, multiforme y heterogéneo, marcado por el sello de la humanidad, Si bien la cultura es el modo de ser de lo humano (crea y se crea, produce y se produce) esta acción se traduce en un conjunto de realizaciones que histórica y geográficamente podemos ubicar, clasificar, sistematizar y transmitir.

El hombre tiene presencia histórica en diversidad de espacios. Su presencia es cultural: allí quedan los restos de su humanidad y de su creación. Tal es el valor de la presencia cultural del hombre que los espacios se han humanizados, se transforman, pierden sus caracteres originales para hacerse a imagen y semejanza del hombre que los descubre, los conquista o los habita. La cultura objetiva reúne esas producciones y las conserva y sistematiza para su transmisión a través de la educación.


CULTURA SUBJETIVA: Cuando un hombre practica un culto religioso a través de rituales, crea una obra literaria, contribuye a definir una ley, construye una ciudad, siembra un campo, crea una máquina, descubre una ley física, pinta un cuadro, realiza una película, arma un proyecto social, define un sistema filosófico, etc., seguramente en el ámbito de la cultura objetiva (registrable, con posibilidad de ser atesorada como patrimonio, acumulable, forma simbólica) la humanidad -- y la cultura a la que pertenece -- se enriquecen porque aparece un ritual, un cuerpo legislativo, una ciudad, un campo cultivado, un nuevo producto tecnológico, nuevas ideas, obras de artes, etc.... pero los hombres no son los mismos, a partir de este aporte o producto cultural: el hombre se transforma al transformar algún aspecto de la realidad, se dinamiza interiormente, crece, de expande, es más hombre, se proyecta y al mismo tiempo se plenifica.

Esta dimensión no es ajena a la experiencia de la creación cultural, ya que en todos los órdenes, la creación y los trabajos no sólo producen cosas y objetos, sino que producen estados interiores que claramente pueden expresar y definir. Asumimos una interpretación de la cultura se proyecta en una concepción de la educación y de la formación que asume como función privilegiada la constitución subjetiva del ser humano en el seno de cada individuo o educando. En todos los procesos educativos -- entendidos también como la transmisión crítica y sistemática de la cultura -- deberán encontrarse esos cambios interiores que necesariamente deben producir la adquisición de la cultura y la producción de la cultura. Que alguien llegue a conocer una obra literaria, un acontecimiento histórico o un teorema, produce - sobre todo - una transformación interior. En el contacto con la cultura, el hombre no puede ya ser el mismo, y el cambio no es solamente una acumulación de conocimientos que se pueden repetir, sino una vivencia interior, subjetiva. ¿Quién puede negar la experiencia inigualable que significan, el placer que generan un poema o una novela, el descubrimiento de una verdad matemática o filosófica, el entender las series causales asociadas a un acontecimiento histórico?


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(1)

Cuando alguien escribe un libro puede ser que el mismo se convierta en un éxito editorial y que sea conocido por la comunidad que lo incorpora como una de sus riquezas; pero puede suceder que nadie lo lea y que el libro duerma en un estante o en un cajón a la espera de un futuro e incierto lector: en ambos casos, el escritor se ha enriquecido: ya no es el mismo; algo o mucho ha cambiado a partir de ese esfuerzo... La educación -- en todos los niveles -- aunque transmite y produce cultura objetiva, en realidad debe generar cultura subjetiva, transformaciones interiores... Los grandes hombres de la cultura no lo son sólo por lo que pudieron hacer, producir, dejar en herencia; hay un rango de humanidad que supieron y pudieron ejercer y que – irremediablemente – murió con ellos...Con Cervantes y Shakespeare desaparece la capacidad de crear el universo literario; con Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci la posibilidad de producir arte mucho más allá de lo producido... y con Newton o Einstein la posibilidad de crear ciencia... ¿Con cuántos mundos increados desaparecieron cada uno de ellos?

(2)

Esa es la experiencia que quiere desencadenar el profesor innovador en La Sociedad de los Poetas muertos o en profesor de Música en Adiós Mr. Holland, o la experiencia del joven negro en Descubriendo a Forrester.

lunes, abril 06, 2009

143. FILOSOFIA

Cuando hablamos de teoría (theoría) estamos refiriéndonos a la contemplación, al estudio, al análisis, a la reflexión. Un conocimiento es teórico cuando se despoja de cualquier interés, no interviene en la realidad y sólo se limita a saber acerca de algo, a analizarlo, a interpretarlo, a dar cuenta de su estructura,

Cuando hablamos de “praxis”, aludimos a la acción, a la intervención en lo real, al saber interesando en la transformación de lo dado. Un pensamiento asociado a la praxis intenta modificar la realidad, la sociedad, en entorno, la vida, la propia existencia, las relaciones, la educación, la política: es decir todo lo que admite una intervención de las ideas.

La filosofía – según las diversas corrientes – se acentúa una u otra dimensión. Para Aristóteles el conocimiento debía ser “theoría”; para Marx debía ser “praxis”. Pero la concepción actual de la filosofía trabaja los dos aspectos, como las caras necesarias de una misma moneda: teoría y praxis: ambas se alimentan y se necesitan.

La filosofía es algo dado. Encontramos nombres, textos, autores, problemas, sistemas, escuelas, métodos, demostraciones, argumentaciones, alegatos. Pero es sobre todo algo que se construye a partir de lo que encontramos. El patrimonio, la riqueza, el tesoro de la filosofia dialoga con nuestra realidad, con nuestra vida, con nuestro pensamiento. La filosofía dada llega a nuestras manos como un material que requiere nuestra elaboración. Tal vez no seamos filósofos ni autores destacados, sino simples usuarios del filosofar que alimentamos nuestro pensamiento con el pensamiento de otros, pero con la íntima convicción de que lo que interesa es nuestro propio pensamiento, ya que nadie puede pensar por nosotros.